D E L I A   D O M Í N G U E Z

 

E N É R G I C A   P A L O M A   D E   L O S   M O N T E S

p o r S a m a l i a   A n d r a d e  


 

 

 

 

Delia Domínguez Mohr, nació en el Chile del Sur en 1931.  Descendiente de colonos alemanes, su vida transcurre entre su gran casa en Santa Amelia de Tacamó, su departamento en Santiago y sus viajes a distintos países del orbe.

 

Por su justa combinación entre lo rural y lo refinado es que tiene una opinión favorable de la crítica.  En sus poemas se puede encontrar un tono de voz profundo y una profunda religiosidad.  El humor, ácido y nada complaciente, también esta presente en su vasto oficio creativo.  Es también miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua y muy amiga del pintor Claudio Bravo que ha ilustrado las portadas de sus últimos libros.

 

Ha publicado "La Tierra nace al canto", 1958;  "Parlamento del hombre claro", 1963;  "Contracanto", 1968;  "El sol mira para atrás", 1973;  "Pido que vuelva mi ángel", 1982;  "La gallina castellana y otros huevos", 1995; "Huevos revueltos", 2000.

 

Fué la única mujer nominada al Premio Nacional de Literatura 2004.  Con una agenda muy ocupada en estos días en que se celebran los cien años del nacimiento de Neruda, con quien compartió una profunda amistad, tuvo la gentileza de recibirnos en el calor de su hogar.

 

Se dice que nació a la vida literaria bajo el alero de Neruda.  Él la llamaba   "Enérgica paloma de los Montes". ¿ Por qué la llamaba así ? ¿ Qué recuerdos tienes de tu primer encuentro con Neruda ?  

 

Gracias, Sandra,  por pedirme estas palabras de amor y de honestos recuerdos hacia lo que es y sigue siendo Pablo para mí y para el mundo entero.  Soy una agradecida de Dios  por haberme topado con él en este tránsito por la vida. 

 

Yo nací bajo su alero literario por algo muy divertido y muy de infancia.  Cuando estaba en el colegio de las monjas alemanas en Osorno, interna porque mi madre había muerto cuando yo tenía 5 años, muy sola, tanto que hablaba con los perros y los caballos.  Era una niña transgresora e insolente por lo cual las monjas me encerraban castigada.  En uno de esos castigos leí en la revista "Margarita" las bases para un concurso nacional de poesía para los alumnos de enseñanza básica que se llamaba "La uva", allí escribí un poema sin saber claramente qué era un poema, y con él gané el primer premio.  De Santiago, el ministerio de Educación envió un diploma  a mi colegio que fue recibido en la rectoría de donde me llamaron.  Allí, la reverenda madre me dijo: "niña hipócrita, por qué no me dijo que usted era poeta" y me mostró el diploma de reconocimiento. ¡Mira la monja lesa!, en vez de felicitarme me retaba porque yo no le dije que había participado en ese concurso. Desde entonces, cuando tenía siete años,  me llamaron sarcásticamente  la Neruda-Domínguez.

 

Más tarde, en la Universidad y con 17 años estudiando Derecho, participé en el concurso Alerce de la Sociedad de Escritores donde obtuve también un premio y que me entregó personalmente Pablo quién era Director de la SECh en ese entonces.  Dándose cuenta de mi provincianismo me preguntó de forma muy cariñosa cómo es que escribía y le conté mi anécdota con las monjas; entonces levantó su brazo como una gallina clueca, me puso debajo y no me soltó más, nunca,  hasta los pocos días antes de morir donde yo lo acompañé mucho en Isla Negra.

 

Siempre anduve por esas corrientes, esos ríos nerudianos.  A él le gustaba llamarme "enérgica paloma de los montes".  Todos los años iba a visitarme al campo donde vivo que se llama Santa Amelia de Tacamó, que es una voz quechua muy hermosa que significa lugar de patos que no vuelan.  Allí compartíamos los bosques, los caballos, la brama de los ciervos; y yo, por mi actividad en el campo, tenía además que manejar tractores, ver la tierra.  Así, Pablo me decía que yo era una mujer muy vital y enérgica, pero como una paloma.  De esta forma él me puso este nuevo nombre, "enérgica paloma de los montes", el cual llevo con orgullo.

 

Me dijo recién que compartían "la brama de los ciervos". ¿Qué es eso?.

 

Mira, cuando Pablo iba a verme con Matilde al sur, no iba a veranear.  Él iba en otoño, así que inventó un verbo que se llamó "otoñar": yo otoño, tú otoñas, él otoña...Y así lo prefería por que entre marzo y abril se produce en esos campos el tiempo de brama de los ciervos, que es cuando estos animales están en celo y se reproducen.  Hay grandes criaderos de ciervos en esos lugares especialmente en la Isla Huapi que es, te cuento, donde Pablo tenía su refugio secreto, su guarida; una cabaña pequeña de cuatro por seis metros enclavada en un terreno que le regaló Don Helmut Schilling y su señora, que eran cónsules de Alemania y muy amigos de él.  Esta cabaña aún se mantiene intacta.

 

Durante la brama de los ciervos los machos atraen a las hembras bramando.  Los machos viejos marcan su territorio con una meada y los machos más jóvenes, si es que se atreven a pasar por ese lugar se ven enfrentados a grandes cornadas donde se disputan la territorialidad y el ciervo que gana se queda con las hembras.

 

Te contaré una anécdota que la saben todos los que conocíamos de cerca a Pablo:  te diré que él tenía un "oído de paila", pero de "paila ¿entiendes?, porque yo creo que ni siquiera sabía la melodía de la canción nacional.  Entonces él se consiguió con los lugareños un cuerno viejo de buey y se ponía debajo de un manzano en la tarde a soplar el cuerno y a imitar el bramido de los ciervos, pero resulta que era tan desafinado que nunca vi a una señorita hembra cierva acercarse a los bramidos que daba el poeta.

 

 


 

 

 

 

 

 


 

 

Dentro de las generaciones literarias ¿Tú te sientes partícipe de la generación del '50?

 

Absolutamente, me siento integrante de esa generación.  Tengo grandes amigos como José Donoso, tremendo representante del '50; el mismo Lafourcade, Claudio Giaconni y otros narradores.  Ellos fueron los fundadores de la generación del '50 y allí los poetas nos subimos al carro.  De los poetas están Barquero, Enrique Lihn, que es la antítesis de Barquero en el lenguaje; está David Rosenmann Taub; Armando Uribe; la Stella Díaz Varín que para mí es grandiosa, poeta tremenda de las esencias; está la Sara Vial de Valparaíso; Miguel Arteche, que es glorioso.  

 

Cómo no recordar a Jorge Teillier, a quien adoro como persona y poeta, y que alcanzó a oír unos versos que le dediqué en la versión de 1996 de "La Gallina Castellana" en donde lo nombro, que se llama "Adiós diente de leche", unos meses antes que muriera. Casi como una premonición.  Aunque él es posterior, era más joven que nosotros y perteneció junto a Jaime Quezada y  Floridor Pérez a la Generación dispersa, esa de la dictadura de Pinochet, donde también escribían Omar Lara, el grupo Trilce de Valdivia.

 

De Enrique Lihn recuerdo que él era un señero, un taita de la generación del '50 con una poesía en la onda parriana, de Anguita y Díaz  Casanueva. Una poesía más intelectual, más de elite en su construcción.  Poesía no con la raigambre sólo de la tierra como nosotros, más láricos; sino que más elaborada en cuanto a conocimientos profundos de la poesía europea y norteamericana.  Lihn me produce un respeto tremendo a pesar de ser de otra corriente como lo es Uribe; ambos son poetas intelectuales.  Yo no, yo soy una poeta de la tierra.  Para mí el diálogo con el ser humano está antes que el diálogo con los libros, por eso digo que sé cosas que no están en la literatura sino en la tradición oral de mi cercanía, por ejemplo, con los poetas Mapuches, Huilliches y Chonos desde La Frontera al Sur.  Ellos me pusieron otro nombre: butahuillimapu, que en Mapudungún significa vieja de las grandes tierras del Sur.

 

¿Con qué sueña Delia Domínguez?

 

Yo sueño con tener luz en mi cabeza hasta que Dios diga. Sueño con que estos nietos míos mestizos y no mestizos y la gente simple del pueblo sienta mi poesía y que yo pueda trascender, ya que no tuve hijos de carne y hueso, en los niños y en los sueños de las mujeres de Chile.  Con eso me doy por muy bien premiada sobre todo en estos tiempos electorales donde estoy nominada al Premio Nacional y soy la única potranca que va en esta carrera.

 

Quiero trascender.  En esto soy muy mistraliana, porque donde Mistral perdura en sus rondas, yo quiero perdurar en mi canto a lo humano y a lo divino, como la Violeta.  Sin embargo he tenido la gran suerte de estar viviendo esto a mis 70, porque ya hay una escuela que se llama Delia Domínguez en mi tierra natal, que fue bautizada así como un homenaje a mi persona cuando no gané la versión anterior del Premio Nacional de Literatura.  ¡Por Dios que premio más grande! Eso es mucho más que cualquier reconocimiento oficial.

 

Como dijo Óscar Hahn. ¿Por qué escribe usted?.

 

Yo escribo porque junto con la respiración me nacieron los sueños, la necesidad de ternura, de confiar en alguien.  Por un simple y elemental deseo de comunicación humana, tejido por una comunicación con mis hermanos.  Encuentro en la vida actual hay tanto artificio, tanta violencia, tanta agresividad, tanta electrónica que creo que se nos está enfriando la sangre.  Yo, por principio, escribo a mano en cuadernos, porque estoy contra la deshumanización del arte a la cual nos ha llevado internet, la electrónica y la "apretación de botones".

 

¿Cómo construyes tus poemas?

 

Mi proceso literario es muy particular, soy transgresora, ajena a las reglas, a pesar de pertenecer a la Academia Chilena de Lengua.  Mi proceso literario debe ser como cuando las pájaras van a poner huevos y las mujeres van a dar a luz.  Casi no es un proceso, es un sentir.  Para mí el acto de crear es como una parición, donde se me comprometen el pelo, los huesos, incluso a veces me da fiebre porque todo lo que hago me involucra el ser entero.  Pero no tengo un sistema preestablecido ni busco incentivos de sabiduría exquisita.  Mis incentivos pueden ser una palabra, escuchar al pasar los ojos de un viejo pobre mendigo, puede ser un niño que va descalzo a la escuela con lluvia y los pies partidos por el granizo y puede ser también el relincho de un caballo o la mirada de mis volcanes donde aprendí a anunciar los climas mucho mejor que en la televisión, porque se qué significa "la vaca pelada" sobre la cordillera de los andes o lo que significa "el sombrero del volcán Osorno".

 

¿Y qué significan esas cosas, Delia?

 

Una vez se lo expliqué a Pablo, también.  Eso es muy de la provincia de Los Lagos donde existen varios volcanes: el Puyehue, el Puntiagudo, el Tronador, el Calbuco y el Osorno, que es muy hermoso y se le compara con el Fujiyama de Japón.  Cuando quieres saber si va a llover o no, miras al amanecer, a las 5 de la mañana entre el Calbuco y el Osorno y si se pone una nube roja como un lomo estirado quiere decir que va a llover de todas maneras.  El campesinado dice que amaneció "la vaca pelada", y es infalible.

 

 


 

 

 

 

 

 


 

 

¿En qué estás ocupada en estos momentos? ¿Cuáles son tus proyectos literarios?

 

En estos momentos estoy invitada a Munich en Alemania para el lanzamiento "La Gallina Castellana y Otros Huevos" en su edición bilingüe, traducida por Curt Meyer-Clason que es un ensayista y profundo conocedor de la literatura española y portuguesa.

 

A fines de Agosto voy a México con Antonio Skármeta a unas mesas redondas en la UNAM, que es la Universidad Autónoma de México.  Después, en Noviembre estoy invitada por la Embajada de Chile a unas charlas en Washington para hablar a cerca de Neruda.  Luego, de nuevo a México a la Feria del Libro de Guadalajara.  A parte de eso, estoy trabajando en primer libro en narrativa  que es una suerte de memorias, mitad recuerdos, mitad inventos que se va a llamar "Carpetas de una China Indecente".

Alejándonos de la literatura ¿Con qué cosas te diviertes? ¿qué te gusta hacer?

 

Esto es absolutamente a parte de la literatura.  Me gusta estar en el campo, en Tacamó y trabajar en el huerto, nunca con guantes, por eso mis manos están así todas desechas.  Me gusta cultivar verduras, meter las  manos en la tierra  porque es como meterlas adentro de mi madre.  Estoy orgullosa de ser entendida en papas, tengo como siete clases distintas de papas en mi huerto.  Me gusta trabajar con el asadón y la pala, también jardinear pero soy más hortelana que jardinera porque no me gustan los jardines peinados sino desordenados.

 

También me encantan criar caballos. Tengo una historia con Pablo a cerca de eso:  a él le gustaba montar a La Ocurrencia, una yegua alazán preciosa que fue varias veces campeona de Chile que era de un hermano mío que es Corralero; ahora yo tengo a la nieta de ella, a La Ocurrencia tercera. Me gusta estar con los animales, sentir su olor y también ver el vuelo de los pájaros; sé el horario del acueste de los pájaros en invierno, entonces nunca miro el reloj, sé que a las cinco y media empiezan a acostarse los pájaros de agua, las bandurrias y  las garzas que son aves semiacuáticas duermen en las copas de los árboles.

Me gusta cocinar, inventar comidas; nadar en los ríos; y también pescar, soy una experta en pesca de salmón.  Muchas veces pretendí enseñarle a Pablo a armar los anzuelos para pescar salmones cuando iba a otoñar, nunca aprendió porque era inepto de manos, incluso una vez, te contaré (y perdóname Pablo), estábamos en una pesca y me dijo que quería una fotografía con un salmón para mandarla a España; "ya - le dije - póngase ahí y cuando esté listo me pega un gritito para tomarle la foto" y Pablo, lo que había hecho, es que había contratado a un empleado de campo que estaba detrás de una mata zarzamoras con un pescado muerto, entonces él debe haberle hecho una seña y el empleado ensartó el anzuelo, que era una cuchara española, en el salmón y se lo entregó.  El Neruda Nóbel exclamó "¡listo!, tome la foto, hija".  Yo miro y veo un pescado lánguido y le digo "¡Ah, no!, si quiera muévale  la lienza al menos para que se crea que es un salmón vivo".

 

Siempre terminamos las entrevista dándole tribuna abierta a nuestros invitados. Puedes decir lo que tú quieras.

 

Sandra, niña mía, te agradezco esta tribuna abierta para decir a Chile y a quien esté leyendo esto que doy gracias a Dios por haber estado sobre la tierra ahora, hoy, cuando Pablo está cumpliendo 100 años porque sé que son los primeros cien y que van a haber muchos otros.  Pido que alcance todavía a ver otras celebraciones en los niños que vienen después  de nosotros y espero tener, como dice la señora de Rupanco en el campo, bueno el  cerebro  de  atrás  y  seguir  lúcida.  Aunque  si  algún  día  pierdo la  lucidez, también porque voy a estar respirando y porque he escrito poesías que ya los niños las están diciendo por sus bocas puras, incontaminadas, en los campos y en las escuelas de Chile.

 

 

 

 
 

 

A L G U N O S   P O E M A S   D E

D E L I A   D O M Í N G U E Z

 

 
 

 

 

   Adiós diente de leche

 

 

 

 

Si desaparezco por desaparecimiento –acto natural–

será mi Dios que terminó la muda de los dientes,

que la infancia no siguió corriendo             que por algún lado

me llegó la hora de cargar con el juicio de

la muela del juicio.

 

 

Pero si desaparezco por muerte –acto natural– sólo será

una imitación de muerte, un paso de baile para recuperar la

leche de mis inocencias y de mis indecencias,

 

 

porque si todo sigue, más o menos igual, y las bandadas

de gansos vuelven a pasar con Nils Hölgerson (o con Teillier)

a una cuarta de mi cabeza y tú, mi Dios, decides

darme asiento como allegada en las afueras del paraíso

y decides que luzca como angelito de arriba en vez de

angelita de abajo,

 

 

tendré que pronunciarme entre la salvación y la condenación

–sin saber cuál es la salvación tendré que pronunciarme–,

 

 

y sin abrir la boca para que nadie me haga saltar la leche

de los dientes de leche, entonces               despedida  y

muda ante ti,                   mi Dios.

 

Delia Domínguez

de La Gallina Castellana y otros huevos,

Tacamó Ediciones, Chile, 1995 .

   

 

 
 

 

    Veo la suerte por las yeguas

 

 

 

 

Se revuelcan las yeguas en el pasto ovillo          como jugando

como muriendo              las yeguas.

 

 

No se paran las yeguas, yo digo                es la malura,

yo digo                alguien muere hoy

algo grande va a pasar aquí si no se paran pronto

estas yeguas mulatas

que me trajinan por el sistema arterial

por el hueso sacro

por el sistema cerebro-inmemorial

con toda la historia de la casa            como las Polonesas

el Danubio                     y la Marcha Triunfal.

 

 

Las señales no mienten,

si no se paran las yeguas se nubla toda la suerte.

Naipe revuelto                a estas alturas

nadie puede ordenar a los hijos del paraíso.

 

 

Todo es un galope de yeguas volteadas

sobre el óxido empastado de América del Sur.

 

 

Delia Domínguez

de La Gallina Castellana y otros huevos,

Tacamó Ediciones, Chile, 1995.

 

 

 
 

 

 

 

 

Papel de antecedentes

 

 

 

Yo, católica              mestiza

minimalista y campesina.  

 

Yo, perrera y jineta del viento               de ombligo

marrado a la telúrica                  madrecita tierna

de nunca acabar.

 

Yo, de sesenta para arriba y para abajo

me sé de corrido los Diez Mandamientos,

El Ojo (o-j-o)         y la Pastoral de L. Van Beethoven.

 

Delia Domínguez

de La Gallina Castellana y otros huevos,

Tacamó Ediciones, Chile, 2002