¿ O V N I S   E N   L A   A R A U C A N A ?

Delirante relato de Alonso de Ercilla.


p o r   D i d i e r   K a n t


Didier Kant es poeta y dibujante chileno.


 

Desde hace un tiempo el ufólogo chileno Jorge Anfruns Dumont, es sus apariciones en diversos medios de comunicación o en alguno de los varios simposios que se realizan sobre el tema OVNI en Chile, hace referencia a que en la mitología del pueblo mapuche existen descripciones de avistamientos y encuentros cercanos con extraterrestres.  Incluso comenta que los mapuches tenían toda una clasificación de ellos.  Para sustentar sus dichos se remite también a "La Araucana", escrita por el español Alonso de Ercilla y Zúñiga cercano a 1554.  Ercilla, conquistador y poeta que muestra en sus versos la admiración y el respeto por las gentes que habitaban al momento de su llegada este territorio chileno, habría descrito en sus cantos un viaje a bordo de una nave fabulosa que lo llevó a dar un vistazo por todo el mundo en una pocas horas.  En ese viaje fantástico, el español habría visto por si mismo los distintos reinos de la tierra conocida para ese entonces y también de todas las tierras aún por descubrir.  Esto guiado por el mago mapuche "Fitón" en el cual reconocía una profunda sapiencia.

 

El problema de Anfrus y de esta información es que nunca deja claro en qué cantos,  en qué versos específicos del poema épico aparece esta descripción dejando que el público busque (si es que lo hace) la información.  Como es de suponer, muchos no se esfuerzan y confían a pie juntillas en los dichos del ufólogo.

 

Pero escarbemos en el libro.   Exactamente en los cantos XXVI y XXVII es donde aparece este fabuloso periplo.  Una máxima que aprendí en los talleres y cursos de literatura en que he participado es aquella que dice "remítanse al texto", es decir, veamos lo que el texto quiere decir y acerquémonos a él sin ideas preconcebidas.  No nos dejemos llevar por un afán de encontrar lo que se ajusta a nuestra expectativa, y es en eso en donde tropieza y cae Anfruns.

 

A saber, Ercilla escribió al final del canto XXVI:

 

Una mañana al comenzar del día,

saliendo yo a correr aquella tierra,

donde por cierto aviso se tenía

que andaba gente bárbara de guerra;

dejando un trecho atrás la compañía

cerca de un bosque espeso y alta sierra

sentí cerca una voz envejecida,

diciendo: "¿Dónde vais? que no hay salida".

 

Volví el rostro y las riendas hacia el lado

donde la extraña voz había salido,

y vi a Fitón el mágico arrimado

al tronco de un gran roble carcomido,

sobre el herrado junco recostado,

que como fue de mi reconocido,

del caballo salté ligeramente,

saludándole alegre y cortésmente.

 

 

Más adelante escribe :

 

 

Yo, de le ver así marravillado,

y más de la siniestra profecía,

mi caballo en un líbano arrendado,

le quise hacer un rato compañía:

y al fin de muchos ruegos aceptado,

siendo el viejo decrépito la guía,

hendimos la espesura y breña extraña,

hasta llegar al pie de la montaña.

 

En un lado secreto y escondido,

donde no había resquicio ni abertura,

con el potente báculo torcido

blandamente tocó en la peña dura;

y luego con horrísino ruido

se abrió una estrecha puerta y boca oscura,

por do tras él entré, erizado el pelo,

pisando a tiento peñascoso suelo.

 

 

Luego Ercilla describe el entrañable refugio del mago indicando que está cubierto de un hermosos y verde prado, las paredes de la cueva cubiertas de piedras preciosas y maderas talladas con "sabrosas historias".  Flores y vegetales producidos en abundancia que extasiado se emboba en la visión y debe ser despertado por el mago.  

 

Continúa su relato :

 

 

De mi fin camino me olvidara,

según suspenso estuve una gran pieza;

si el anciano Fitón no me llamara

haciéndome señal con la cabeza.

Metióme por la mano en una clara

bóveda de alabastro, que a la pieza

del milagroso globo respondía,

a donde ya otra vez estado había.

 

Quisiera ver la bola, mas no osaba

sin licencia del mago avencindarme;

mas él que mis designios penetraba,

teniendo voluntad de contentarme,

asido por la mano me acercaba,

y comenzando él mismo a señalarme,

el mundo me mostró, como si fuera

en su forma real y verdadera.

 

 

He aquí la visión del "milagroso globo" o "bola" como después la llama.  Ercilla está al frente del artefacto y dice que antes ya se había encontrado con él.  Fitón se lo señala.  Pero en ninguna parte dice que entra en él.  Está en una habitación inmensa que lo contiene, eso sí, puede observar cosas en esta esfera mágica.

 

Luego, en el canto XXVII, la describe mejor y relata sus visiones :

 

 

Era en grandeza tal que no podrían

veinte abrazar el círculo luciente,

donde todas las cosas parecían

en su forma distinta y claramente:

los campos y ciudades se veían,

el tráfago y bullicio de la gente,

las aves, animales, lagartijas,

hasta las menudas sabandijas.

 

El mágico me dijo: "Pues en este

lugar nadie nos turba ni embaraza,

sin que un mínimo punto oculto reste

verás del universo la gran traza:

lo que hay del norte al sur, del este al oeste,

y cuanto ciñe el mar y el aire abraza,

ríos, montes, lagunas, mares, tierras,

famosas por natura y por las guerras.

 

 

Aquí comienza una larga descripción de lo que Ercilla observa en el "círculo luciente", tan larga en su recurso literario que no vale la pena aquí reseñarla.  Todo del mundo conocido por los conquistadores.  Son muchas octavas reales dedicadas a lo mismo, hasta llegar a las tierras ocultas y por descubrir:

 

 

"Ves las manchas de tierra, tan cubiertas

que pueden ser apenas divisadas,

son las que nunca han sido descubiertas,

ni de extranjeros pies jamás pisadas;

las cuales estarán siempre encubiertas,

y de aquellos celajes ocupadas,

hasta que Dios permita que parezcan,

porque más sus secretos se engrandezcan.

 

"Y como ves en forma verdadera

de la tierra la gran circunferencia,

pudieras entender, si tiempo hubiera,

de los celestes cuerpos la excelencia,

la máquina y concierto de la esfera,

la virtud de los astros e influencia,

varias revoluciones, movimientos,

los cursos naturales y violentos.

 

"Mas, aunque quisiera yo de parte mía

dejarte más contento y satisfecho,

ha mucho rato que declina el día,

y tienes hasta el sitio largo trecho".

Así, haciéndome el mago compañía,

me trajo hasta ponerme en el derecho

camino, do encontré luego mi gente

que me andaba a buscar confusamente.

 

 

Hasta acá el relato del español.  Como pueden ver no hay ovnis ni máquinas extraterrestres, no hay un viaje al rededor del globo y tampoco hay revelaciones importantes sobre los territorios no conquistados y aún por explorar.  Sí existe un relato fabuloso como muchos de los que se han escrito a lo largo de la historia de la humanidad y usando un recurso conocido desde antaño :  la bola mágica en donde los magos y hechiceros ven las cosas que ocurren y las que están por venir.  Quizás la única diferencia es que este "milagroso globo" no cabe en una mano y lo tiene Fitón en su refugio, en su residencia, como si fuera una gran pantalla de plasma contemporánea donde ver el Discovery Channel.

 

Una de las cosas que siempre me ha llamado la atención de los partidarios de las visitas extraterrestres, es su escasa fe en la capacidad creativa del ser humano.  ¿Acaso no podemos desarrollar grandes monumentos, civilizaciones, conocimientos u obras artísticas sin la mediación de los "Dioses que bajaron del cielo"?  ¿Acaso no podemos mentir para desarrollar una historia entretenida que contarle a nuestro clan alrededor del fuego?  Personalmente creo que podemos hacer cualquier cosa, buena o mala, por las nuestras, solitos; a pesar de esas porfiadas esferas naranjas que bajan todas las noches a mi casa y se quedan sobre la cama, sin que pueda mover un músculo y me hablen mentalmente en mi idioma :  ¿Ganímedes dijeron?.