P o e m a s    d e l    P a d r e    E s t e b a n   G u m u c i o


 

 


Esteban Gumucio (1914-2001), religioso y sacerdote de los Sagrados Corazones, ejerció una importante vida pastoral que sin duda dejó huellas en muchas personas que tuvimos la suerte de conocerlo.

 

 

Gran parte de su quehacer lo desarrolló en la iglesia "San Pedro y San Pablo", en la popular comuna de La Granja, en Santiago de Chile.  Defensor incansable de los derechos de las personas, debió enfrentar el frío escrutinio y la vigilancia por parte de los organismos de seguridad de la dictadura de pinochet, pero él, siendo fiel a su concepto de dar albergue al prójimo, siguió con su particular lucha para lograr una vida más justa y más digna.

 

De un trato amable, sencillo y acogedor como pocas personas plenas saben darlo, supo siempre dar con las palabras justas cada vez que daba un sermón y con ello lecciones de vida.

 

 

Amó también la palabra escrita y dejó como legado para todos su poesía sanadora.  Autor además de cuentos, canciones y oraciones, es el responsable de la hermosa "Cantata de los derechos humanos" que fue musicalizada por el grupo Ortiga.

 

Su cuerpo fue trasladado desde el Cementerio Católico a su parroquia, su hogar, el 27 de septiembre de 2008, desde donde acompaña para siempre al sencillo, a la sencilla, al obrero, a la obrera, al hombre y a la mujer de su comunidad.

 

Los poemas que presentamos pertenecen al libro "Poemas, Esteban Gumucio ss.cc" compilados por la periodista Natacha Pavlovic.

 

M i g u e l    M o r e n o   D u h a m e l .


 

la testaruda esperanza


 

Pasó volando un águila

por mis ojos, por mi frente.

Pasó volando en silencio,

la testaruda,

volando contra el viento,

libre el ala, fuerte,

mirando al sol.

Pasó volando

sobre mi humillado pueblo.

¡Y ese camino invisible!

¡Y esa bandera de alas!

¡Y ese coraje de esperanza!

 


 

cuadro de la mañana


 

Es que no se puede pintar el olor a café con leche

y a pan tostado.

Todo quiere salir del living por las ventanas

a revolotear por la Cordillera.

Pero píntala discreta,

apenas un poco más gris y azul que el cielo amanecido.

Déjala que se desborde por el valle grande,

como asomando sus pies debajo de la frazada.

Apenas unas líneas de campo te bastarán

para que no se escape la mañana en blancos y sepias.

Con el pincel más fino dale un paso de danza amarillo

y olvídate del carmesí,

todavía no es hora.

Deja que en esa neblina de río,

te canten desde lejos los zorzales.

 


 

calor


 

Para inventar el suave

calor humilde del brasero,

negro es el carbón

y negra la noche,

negros los sudores del minero.

 


 

palabras huilliches


 

Los Huilliches, señor, no son llorones;

ni andan con el alma arrodillada de temor

si nos quitan el sol y la tierra,

somos capaces de esperar a las estrellas.

 

¡Sí, señor!

¡Anda usted equivocado por la vereda de la notaría!

¡Anda usted mareado con tanto whisky importado!

¿Sabe usted la conciencia de los ríos?

¿Conoce acaso el oficio de la paciencia?

¿Sabe distinguir el lenguaje de las ovejas y los caprichos

de la luna menguante?

¿Sabe acaso vencer al frío con la mirada y tejerse una

manta en telares nacidos de sus propias manos?

¿Sabe manejar el tiempo sin relojes?

¿Sabe usted esperar un bus 24 horas sin inquietarse?

¿Sabe amar sin ostentación y morirse dormido en el campo?

¿Sabe usted darle la mano al vecino sin esperar las gracias?

¿Sabe navegar de a caballo y navegar en una chalupa?

¿Sabe cosechar la miel  respetando las abejas?

¿Sabe gozar de la cosecha compartida?

¿Sabe hacer un nguillatún?   ¿sabe rezar para adentro

y entender la oración de la trutruca,

y descubrir la seriedad de la vida en la comunidad de los humanos?

¿Sabe dibujar con los ojos en las nubes?

¿Sabe guardarle secretos al mar?

¿Sabe acariciar la noche y tocar la tierra con las dos manos al amanecer?

¿Sabe cantarle a la muerte y esperarla de pie?

 


 

11 de septiembre de 1973


 

Mala noche, cama estrecha,

manta corta.

No me digas que no sabes

de esta noche funeraria

de septiembre.

Un lamento,

dos disparos

y la sombra de locura.

Militares mandan queda,

gente muerta.

Niños muertos.

Los palacios

sin ternura

en las altas avenidas.

Llega el hambre y la censura,

mala bestia

que se llama dictadura.

 


 

desenlace


 

Creo que detrás de la bruma

el sol espera.

Creo que en esta noche oscura

duermen estrellas.

 

Creo en los ocultos volcanes

sin ver sus fuegos.

Creo que esta nave perdida

llega a su puerto.

 

No me robarán la esperanza,

no me la romperán;

vengan a cantarla conmigo,

vengan a cantar.

 

Creo en el hombre razonable

y no en la fuerza,

pienso que la paz es simiente

bajo la tierra.

 

Creo en la nobleza del hombre

de Dios imagen

y en la voluntad

de los hombres que se levantan.

 

No me robarán la esperanza,

no me la romperán.

El árbol que han herido

pronto renacerá.