Y O,    C A R L I N A   X

N O V E L A   B R E V E   D E   M A R T Í N   H U E R T A


c o m e n t a r i o   d e   M i g u e l   M o r e n o   D u h a m e l

 

 

 

Miguel Moreno Duhamel es poeta, músico y director de la Revista Virtual de Literatura Lakúma-Pusáki.


 

 

 

Yo, Carlina X

Novela breve, 146 pág.

Autor, Martín Huerta

Ediciones Caballos desbocados

Precio de referencia $10.500 en librerías chilenas.


 

Hace algunos días atrás, caminando por los pulcros pasillos de una de las pagodas del consumismo chileno, me quedé mirando el escaparate de una renombrada librería.  Mis ojos llegaron hasta un libro de formato mediano con un nombre que reconocí de inmediato: Martín Huerta.  Era su novela "Yo, Carlina X", una reedición a cargo de Ediciones Caballos desbocados.  Me impulsó la amistad que guardo con el autor y compré el libro, lo leí completo ese mismo día, simplemente me atrapó.

 

Conozco a Martín Huerta desde hace algo más de 10 años, cuando era el encargado cultural del hoy extinto diario "La Nación" (esa es una heroica pelea que pasó casi desapercibida por los medios de comunicación y que en otra oportunidad deberemos abordar). 

 

En el frontis del edificio que albergaba ese periódico, Martín realizaba diversos actos culturales, poesía, música, danza, exposiciones de pinturas y también de fotografías, Huerta es un excelente fotógrafo cuyo lente ha retratado a muchos personajes de la cultura y bohemia de distintas partes del mundo.  La Stella Díaz Varín, Roberto Alifano, Andy Warhol, Truman Capote, Lisa Minelli, Telly Savallas, Rudolf Nureyev, Nicanor Parra, etcétera, etcétera y etcétera.  Huerta fotografió Woodstock en 1969, es la única persona que conozco que estuvo allí.  Y fotografió tanto a los músicos como a los asistentes.  Tengo una fotografía que me obsequió donde aparecen algunos hippies mostrando el culo desnudo ante la cámara.

 

 

 

Martín Huerta es un gestor cultural.  Recuerdo cuando el patio de prensas de La Nación se transformaba en el lugar para realizar sus "Carretes Culturales" y colgaba en la puerta de entrada un deslavado carrete gigante de hilo de volantín.  Mucho vino, conversación, música, poesía, lanzamientos de libros, exposiciones. Le debemos a Martín Huerta y a su amiga Angélica Anabalón varias jornadas de hermosa bohemia.  A propósito, además de este libro que hoy reseño, el Martín Huerta escritor tiene a su haber un poderoso volumen que se llama "La gran bohemia", libro del que espero ver pronto se esperada publicación.

 

"Yo, Carlina X" fue publicada por primera vez en 1967 por Editorial Ráfaga.  Su única edición se agotó rápidamente.  Al parecer fue uno de esos casos en que los críticos ignoran una obra que es muy bien recibida por el público.  Como sea, la novela desapareció de las estanterías y con el tiempo sólo fue posible leerla en fotocopias.  Su autor se fue del país, se dedicó a la fotografía y, me imagino, a muchas otras actividades acordes con el espíritu de Huerta.

 

"Yo, Carlina X" está escrita de una manera ágil y entretenida.  Cada uno de sus capítulos lleva el deseo de pasar al siguiente para ir conociendo la vida de la más famosa puta y regenta de Chile: la Tía Carlina.  El lector pasea de su mano pequeña de niña pobre, su adolescencia huérfana y abusada, el desprecio que fue sintiendo por los hombres a quienes consideraba tan fáciles de manejar, su adultez adinerada, la resignación.  Nos muestra también el típico ser nacional, el doble discurso, las apariencias de los políticos que condenan la prostitución por ser una constante ofensa a la moral de la familia, núcleo de un país, pero que terminaban abrazados a las cinturas de jovencitas y homosexuales para disfrutar de sus placeres.  Policías que persiguen a este negocio, pero que liberan a las cautivas si es que ellas acceden a sus requerimientos, de forma gratuita por supuesto.

 

Es la hipocresía de la ciudad que habita el prostíbulo.  Un prostíbulo, casa de huifa o de remolienda, hermosamente alhajado  con música, baile, alcohol para "bañar yeguas", pinturas en las paredes, mucho humo y el persistente sonido del enjambre.  La fiesta comienza todos los días en la tarde y no se detiene hasta la madrugada, siempre ante la atenta mirada de la Tía Carlina y del "Rana", su hombre de confianza que llevaba también los libros de contabilidad.

 

 


 

 

Uno de los momentos que más me conmovieron de este relato en primera persona, fue aquel cuando la Tía Carlina era muy joven y aún se llamaba Carlina Morales Padilla.  Una pobre niña de once años sin juguetes que encontró en la basura a una muñeca que adoró como si fuera parte de su ser.  Le colocó "Sarita" y fue fuente de ínfimas alegrías.  Esto duró poco, ya que un día un grupo de matones, tan pequeños como ella, le arrebataron el juguete y comenzaron a burlarse. ¡Fea!, le gritaban.  La niña no soportó más y se abalanzó sobre uno de ellos comenzando a rasguñarlo. Pero esto no detuvo aquí la escena, el resto de los rufianes siguió golpeando a Carlina y a "Sarita", siguió burlándose, siguió humillando.  La niña debió salir corriendo mientras era perseguida y le tiraban piedras, muchas de las cuales dieron en el blanco.  Allí Carlina perdió a su muñeca y ganó un creciente rencor por los hombres.

 

"Yo, Carlina X" es un buen libro, búsquenlo, cómprenlo, léanlo y compártanlo.  Seguramente, cuando pasen las estaciones y nos alejemos más de este ahora, lo buscaremos entre nuestros muebles para volver a leerlo.

 

 

Miguel Moreno Duhamel

Santiago, Marzo de 2014.