|
Es amarga la
realidad y por eso queremos maquillarla tanto hasta que se asemeje lo
más posible a eso que llamamos éxito.
Baile de máscaras
Quizás,
alguna vez hemos asistido a un baile de máscaras. La invitación
suele contener los requisitos para la asistencia: se indica el
dress code, la temática, hasta el tipo de máscaras que se
permite usar. De alguna forma ese evento se convierte en una
reunión homogénea, donde todas las personas son iguales, donde
el conversar con otro, al que no eres capaz de identificar, se
transforma en una excitante aventura con lo desconocido, pero
siempre en un ambiente controlado. Esa reunión sin rostro nos
hace idénticos unos con otros. Pero también oculta las
infinitas realidades que hay bajo los antifaces, bajo las
caretas. Esas personas que emiten sonidos en frecuencias
similares, que parecen un zumbido de afanosas abejas alimentando
a la reina que está en la cámara principal del panal, todas esas
personas están a punto de estallar. No pueden más con las
apariencias, con el estatus, con la inmensa presión de
mantenerse en la competencia de una carrera que anhelan ganar.
Ese es el reflejo de esta sociedad chilena donde campea el
neoliberalismo y es lo que encontramos en las páginas del libro
“Signo de los tiempos” de Paulina Correa.
Al movernos
por sus páginas nos enfrentamos a 22 relatos que se desarrollan
en la gran urbe, la misma que habitamos y sobrevivimos. Los
personajes de estos cuentos en su mayoría son exitosos, con un
cotidiano en curso, con familias, con amores. Del trabajo al
idílico estilo de vida que se desarrolla en el departamento.
Muchos son incólumes miembros de la política nacional. Gente de
partido. Hombres y mujeres que lucharon por la vuelta a la
democracia, la que estaba llena de esperanzas y que la
Concertación de partidos pronto se preocupó de convertirla en
una carcasa de papel.
Las caretas
no son lo suficientemente firmes como para impedir que el
colapso reviente a los personajes que, sinceramente, son más
bien personas que sí existen en la realidad. Entonces, cuando
no se puede más vivir en la mentira, las vueltas de tuerca que
van desde la estafa hasta el suicidio parecen ser las llaves
correctas para salir de tanta asfixiante apariencia. En la
mayoría de estos cuentos se puede ver este hilo conductor, este
“Signo de los tiempos” como bien reza el título de uno de ellos
y del libro mismo. Somos una sociedad de winers rascas, de
seres vivos que no les importa pasar a llevar a los demás hasta
en los más mínimos gestos. De gente mentirosa, de arribistas, de
acomodados que se arriman al mejor árbol disponible aunque este
sea un miserable y raquítico arbusto brillando en sus cinco
minutos. Chile quiere ser exitoso. Vende la apariencia del
desarrollo económico, de un alto ingreso per cápita, donde
puedes lograr lo que alguna vez se llamó el “sueño americano”,
pero en versión penca, shilena. Y este éxito que la famosa
clase media pretende haber logrado, sumergida en deudas, nos
hace olvidar que la mitad de la gente que vive en este país
tiene una remuneración igual o inferior a $ 350.000 mensuales,
algo más de 500 dólares, para que me entiendan los economistas.
Es amarga
la realidad y por eso queremos maquillarla tanto hasta que se
asemeje lo más posible a eso que llamamos éxito. Esto es lo que
encontré en el libro de Paulina Correa y es lo que me hace
apreciarlo como valioso. Además, el tiempo que conozco a la
autora, me ha demostrado que es un gran ser humano, una persona
de verdad, con una base política y filosófica para enfrentar la
vida y para escribir lo que escribe de esta manera, como un
gancho al mentón, como sugiere Cortázar y que acertadamente cita
Jorge Calvo en las palabras del prólogo.
A riesgo de
ser un spoiler, hay dos cuentos que se alejan de la línea citada
y es en donde me parece encontrar a la verdadera Paulina
Correa. Uno de ellos es “De familia” donde me conmovió esa
imagen de gente que golpeaba la puerta de la casa de la infancia
pidiendo algo para comer y la de la abuela saliendo con un poco
de pan, porque no había nada más que compartir, pero se
compartía. En mi niñez, también llegó la pobreza a golpear la
puerta de la casa y sólo había pan. Ahora, generalmente
miramos con desprecio al desamparado y pasamos de largo. El
otro cuento es “Belleza”. El relato sobre una joven de 13 años,
fea para el común de la gente, incluso para su madre que decide
llevarla a una peluquería para teñirle el pelo y aclarar su
morenidad, ponerla rubia. Pero no resulta y sus compañeras de
colegio saltan en burlas contra ella y su nuevo aspecto de
guarén teñido. La chica no lo soporta y decide raparse
completamente y colgar un par de aros plateados en sus orejas.
En ese momento aprecia su dignidad, su mentón fuerte y altivo,
su belleza verdadera.
|
|
|
|
|
Paulina Correa,
escribe cuento poesía y
teatro. Formada en los talleres de Pía Barros y Camilo Marks,
miembro de la Sociedad de Escritores de Chile.
Ha publicado los libros : “Cuentos
Incorrectos”; “Historias para familias normales”; “Cuentos
sobre hombres demasiado comunes” y “Cuentos de locura urbana”.
En poesía : “Historia Marítima para dos”. Su obra de teatro
“Princesa. Historia de sangre para niñas tristes” ha sido
montada en el Teatro el Puente de Santiago.
"Signo de los Tiempos", Marciano
Ediciones, 2018. Cuentos. 126 páginas.
Disponible
en Librería TXT de Huérfanos 649, Santiago, Chile.
|
|