E L I C U R A   C H I H U A I L A F

D E S D E   E L   A Z U L

p o r   S a n d r i u s k a   T h e r e m i n

 

 
 

 

 

 

 

 

Elicura Chihuailaf (1952), poeta mapuche que destaca por sus publicaciones bilingües (castellano-mapudungun), traductor al idioma de su pueblo de una selección de poemas de Pablo Neruda: Todos los cantos (Ti Kom Vl), de estilo natural y elegante tanto en su lengua de tradición oral como en castellano. Su lenguaje fluye sin afectación ni efectos deslumbrantes o estridencias, disponiendo de  la clara presencia de seres naturales, fusión de religión

y poesía y un sentido de la historia ancestral.

 

Nació en Quechurewe, IX Región en 1952. Luego se trasladó a Cunco.  Entre sus libros publicados están "El invierno y su imagen", "En el país de la memoria", "Sueños y Contrasueños", "A orillas de un sueño azul".

 

En 1994 Chihuailaf recibió el premio «Mejores Obras Literarias» que otorga el Consejo Nacional del Libro y la Lectura, en 1997 fue galardonado con el Premió Municipal de Literatura de la Municipalidad de Santiago. Constantemente viaja a diversos lugares de Chile y el extranjero donde asiste como invitado a encuentros de poesía.   Su obra ha sido traducida a siete idiomas.

 


 

 

 

 

 

Siempre agradezco la posibilidad de constatar el acto poético que significa que a pesar del avance del libre mercado con toda su maquinaria, existe un grupo más o menos numeroso que lo desdice y que, en contra del escepticismo, nos llama a ser optimistas y creer en la palabra. Sobre todo en una sociedad chilena  que no es capaz de sopesar aún el dolor que hemos sentido en estos días como pueblo mapuche.  Pero existen espacios como este en donde las personas sensibles se reúnen o leen, aquellas que no son y seguramente no serán nunca parte del poder del estado.

 

Traigo una poética que siempre está en constante trabajo en la medida que va representando mi posición como mapuche, más allá de vivir en el exilio de la ciudad,  de el haber tenido que aprender esos códigos que no son propios y que significan estar exiliado en el mismo territorio.  Ese desarraigo que se muestra cuando se ha nacido, criado, pensado, con las costumbres y espiritualidades propias de un pueblo que ha sido desplazado.  Basta con moverse apenas unos pocos kilómetros y ya estamos en una "país" distinto.  Nuestros mayores siempre nos recuerdan, cuando nos movemos por la geografía, que estamos en un terreno que perteneció a tal o cual Lonco, que antes fue habitado por alguna de nuestras familias y ahora allí existe una ciudad o un fundo enrejado.  Pero también, he aprendido a apreciar esa fuerza que significa habitar en medio de una diversidad tanto en la naturaleza como entre los hombres.  De hecho, una de las cosas que han mantenido nuestra resistencia es justamente el poder aceptar la diversidad que existe en nuestro pueblo.  Nosotros estábamos compuestos por cuatro grupos :  Pehuenches o Puelches hacia el lado argentino; Lafkenche hacia la costa; Mapuche Williche hacia el sur; Mapuche Pikunche hacia el norte.  Siempre me preguntan por qué no existe un solo líder mapuche y es precisamente porque se respeta esa diversidad, como dicen muy sabiamente nuestros mayores aceptamos los diversos dialectos que existen en el idioma, así tenemos cuatro dialectos en el mapudungun y también diversos idiolectos, al igual que en el idioma castellano chileno también los hay, no es lo mismo hablar en Arica que hacerlo en Santiago,  en Temuko o en Chiloé.

 

Así aprendí a valorar lo que otros conocimientos humanos me entregaban, ya que tal como nos llegaron los tractores o las avionetas de aquellos que se habían adueñado del terreno vecino convirtiéndolo en un latifundio, así también nos llegaron los libros, diarios y revistas a nuestra comunidad.   Aunque desde siempre me he considerado un oralitor, ya que a pesar de estar de interno en el liceo de Temuco, comencé a escribir por nostalgia y no por el afán de llegar a los libros que eran vistos como algo ajeno dado que no hablaban de nosotros ni de nuestra realidad, pero apreciábamos indudablemente esos nuevos conocimientos.

 

Nuestra gente siempre dice que algo fundamental de nuestra forma de vida es la conversación, que se sigue manteniendo como un arte.  No es tanto el decir, no está allí la dificultad permanente, tampoco el desafío.  El verdadero trabajo frente a la palabra está en aprender a escuchar y así conformar una reciprocidad.

 

Tal parece que eso no se practica de manera permanente en la sociedad chilena, la oralidad se ha reemplazado por el uso de los medios, el chat ha desarrollado una nueva forma de escribir y comunicarse.

 

A nuestro juicio esta pérdida de la conversación, de la oralidad, tiene también que ver con la falta de democracia real que se vive en la sociedad chilena, siempre hay excepciones, pero por lo general lo que se ve, como ejemplo, es la anulación de la opinión de los niños, no se les considera ni se les da una oportunidad de opinión.  Si el niño o la niña crece en esa condición, mal podría interesarle  la manera que tienen sus mayores de expresarse y, por lo tanto, tampoco tendrá ganas de adquirir el conocimiento de la historia de su familia y, por ende, de la historia de esa parte del lugar en que habita.

 

Si algún niño alza la voz y dice algo que deja perplejo a los mayores, estos inmediatamente le dicen "¿de dónde sacaste eso?", negándole de esa manera su capacidad de discernimiento.  Lo mismo ocurre en el caso de los ancianos, se crea una distancia y se le niega la posibilidad de compartir sus experiencias.  Nosotros decimos que todos somos ancianos y niños a la vez.

 

Para el mapuche la palabra de la gente mayor es de absoluta necesidad, se considera necesario acompañarlo siempre y no dejarlo de lado como algo que estorbe, acompañarlo hasta el momento de la partida y la vuelta a la tierra.

 

Así también tenemos un inmenso respeto por la palabra empeñada, que tal parece que en otras partes de la nacionalidad se ha olvidado.  Incluso de la palabra escrita.  Siempre hay algún subterfugio, alguna posibilidad de interpretación que permita desdecirse de lo que se había acordado.  A mí me parece que la conversación tiene que ver con un cambio en el sentido de la sociedad.  Y allí radica en algún  aspecto mi escepticismo, pero que siempre es optimista, aunque suene a paradoja.

 

Con respecto a la actual situación mapuche, ¿cuales son los pasos a dar para obtener una solución al conflicto?

 

Bueno, pues lo que han señalado las distintas organizaciones que representan a nuestro pueblo y que son a saber :  ampliación de nuestro territorio;  reconocimiento constitucional, pero con participación activa de delegaciones mapuches;  que Chile se adscriba sin ningún subterfugio al convenio 169 de la O.I.T. ; que sean capaces de involucrar en las decisiones, y por lo tanto en el parlamento, a todos los sectores de la sociedad chilena con sus diversas culturas; el término de aquello que ha sido tan triste y tremendo para nosotros como es la destrucción de los bosques.  A nosotros nos parece de una rareza supina el que la sociedad chilena no se sume a la lucha de nuestra gente, porque la lucha no es sólo por nosotros mismos, es también porque la naturaleza, tal como nos dijeron nuestros mayores, es un regalo que también corresponde a nuestros y a nuestras hijas y a los hijos de ellos.  También la derogación de la aplicación a nuestro pueblo de la ley antiterrorista y de protección del estado.  

 

Estoy seguro de que no ocurrirán grandes cambios si es que la sociedad chilena no asume su condición, si no asume su morenidad, ya que es hermosa la morenidad tal como es hermosa la rubiedad.  Si uno asume eso, se estará amando y amando todo aquello que le entregaron sus antepasados, es parte de la memoria.  De lo contrario, la sociedad que no se acepta ni asume, no podrá nunca respetar a una cultura como la nuestra que es diferente, perspectivas distintas de seres humanos que al final enriquecen.  Ninguna de nuestras organizaciones niega la chilenidad como cultura, al contrario la valoramos.  Otra cosa es la nacionalidad, eso hay que discutirlo.

 


 

 


 

Tú, como poeta y representante del pueblo mapuche, en tus viajes al extranjero ¿has solicitado alguna ayuda más activa de entidades internacionales?

 

En realidad, principalmente se da a conocer el problema, pero nunca me he sentido un representante autorizado de mi pueblo.  Sí sé que a través del hecho de ser mapuche, deberme a ese pensamiento y al idioma, quiérase o no, represento a nuestra cultura.  Pero siento que no me corresponde pedir ninguna ayuda sino plantear situaciones.  Además tenemos la prueba de que el Estado chileno no respeta los convenios internacionales, no se suscribe y cuando quiere hacerlo, lo hace con reparos.  Entonces, qué más se puede esperar.   Cuando las organizaciones internacionales de derechos humanos quieren indagar sobre la situación que vive nuestra gente, le es impedido el acercamiento.  Cuando quisieron hablar con Patricia Troncoso, simplemente no los dejaron.  Ahí es cuando creo importante que la sociedad chilena haga los suyo, no es sólo de nuestro interés.  Cuando las represas se abran producto del cambio climático global, no va a ser la tragedia solamente para el pueblo mapuche, va a ser también para el pueblo chileno.  Cuando desaparecen los bosques; se merman los ríos, como el Lumaco; cuando se destruyen los ecosistemas  nativos por la tala indiscriminada...cierto que las empresas hablan de reforestación, pero lo que hacen es algo artificial que no se corresponde con el concepto de bosque.  Todo eso tiene que ver con las sociedades en conjunto.

 

¿No sientes que algo ha cambiado con el manejo de los gobiernos democráticos que se han hecho cargo y han tratado de llegar a acuerdos con ustedes?

 

Sí, algo ha cambiado.  Mi pregunta es ¿qué ha cambiado?, porque en realidad el efecto verdadero no lo vemos.  Sigue la represión, sigue el encarcelamiento.  De pronto son pequeños avances, en verdad mínimos para el tiempo y para la urgencia.  Se considera terrorista al que defiende a la naturaleza.  No existen, no han habido muertos generados por gente de nuestro pueblo.  Tampoco se considera terrorismo la provocación que, resguardados por el estado, hacen los latifundistas.  Ellos tienen los medios incluso para exhibirse en televisión arma en ristre.

 

La justicia tampoco cumple su papel porque les pertenece a ellos; no hay indígenas que ocupen espacios importantes dentro de la justicia. Así frente a la imposición de su legalidad frente a nuestra legitimidad, seguimos siendo perdedores ante el estado, creando una profunda frustración para cualquier pueblo.

 

Háblanos un poco acerca de la cosmovisión mapuche, de su dualidad.

 

En la cosmovisión nuestra hay mucho de las grande leyes que son reconocidas y estudiadas en el mundo.  De la física cuántica, de los hoyos negros.  Un ejemplo sobre la fusión de la materia y la antimateria :  cuando los mayores se enfrentan a los niños que están inmersos en rabietas, llorando y acumulando enojo, conversan con ellos y les dicen que no se queden en ese estado, porque el espíritu se va cargando con ese sentimiento y va consumiendo la alegría que se lleva adentro.

 

Otro ejemplo, cuando nuestra gente dice "Rehue", siendo nuestra lengua aglutinante de conceptos, esta palabra tiene dos, "Re", significa "puro"; "Hue", "lugar".  También puede significar "nuevo", pero en este caso "Rehue" significa "lugar de la pureza", pero lo puro no es como lo aprendemos en castellano.  En mapudungun significa el diálogo, la convivencia de todas las energías del universo; porque para nosotros el universo está conformado de planos horizontales y verticales. De forma didáctica son tres los espacios básicos (aunque nosotros creemos que son once en total; siete los principales).  Está el "Miñche mapu", tierra de abajo; el "Nag mapu", la tierra que andamos; y el "Wenu mapu", la tierra de arriba.

 

El "Wenu mapu" es la energía positiva, el "Miñche mapu" es la energía negativa; por lo tanto, nosotros que habitamos en el "Nag mapu" recibimos y vivimos en la influencia de ambas energías, somos positivo y negativo en una lucha constante.  Entonces, para llegar al concepto de lo "Re", de lo puro; es que para nuestra gente nunca hay que abominar lo negativo ni tratar de expulsarlo, tal como algunas religiones occidentales lo intentan, porque eso no es natural.  Lo que sí es natural, al ser parte del universo y ser una dualidad de espíritu y cuerpo, es llevar lo negativo como parte de la memoria y así saber sobre qué tenemos que levantarnos.

 

En nuestra concepción de cada punto horizontal de la relación del mundo tiene su positividad o negatividad.  Por ejemplo, la positividad máxima está para el Oriente; la negatividad máxima hacia el poniente.  Esto da incluso una actitud cotidiana, porque todo transcurre en este momento y en el infinito.  Eso determina que busquemos siempre el Oriente.  Ustedes dicen cuál es nuestro Norte; nosotros decimos cuál es nuestro Oriente.  Nuestros rituales, tales como el Nguillatún, siempre se hacen mirando hacia el Oriente.  El universo es circular, una mitad es lo concreto y la otra lo invisible que lo completa.  Y siempre hay un flujo de Oriente a Poniente.  De hecho nosotros siempre dormimos con la cabeza hacia el Oriente, porque la energía es como un río en permanente movimiento y así recibimos las fuerzas positivas durante el sueño, que es el estado de máxima indefensión del ser humano.  También para recordarle a nuestro cuerpo y a nuestro espíritu que tienen que seguir en compañía, que se sirven mutuamente.  El cuerpo es como una casa que el espíritu entra a habitarlo.

 

Siguiendo el mismo concepto, hablamos de libertad al momento de la muerte.  En ese instante el espíritu se libera y puede continuar su viaje hacia lo invisible.  Por lo tanto, cuando la persona muere se pone la cabeza del cadáver hacia el Poniente porque así es un recordatorio para el espíritu que ya su cuerpo no le sirve y que tiene que marcharse.  Otra vez lo cotidiano y lo trascendente: cuando se abandona la casa de la infancia o de alguna en la que ya  se había construido parte de la vida, tendemos a voltear la cabeza y dar una última mirada, aunque sea lejana, a ese hogar que ya no es nuestro.  Lo mismo hace el espíritu y de esta forma lo ayudamos para que retorne al punto de partida, al origen, para completar el círculo.

 

Otra cosa interesante y que tiene relación con la Física.  Para nuestra cultura, el espacio invisible es el desafío para nombrar.  Siempre, todas las generaciones tendrán tareas.  Lo aparentemente invisible está lleno de palabras y, por lo tanto, de vida.  Decimos que en lo invisible hay también una masa, una corporalidad que no porque no haya sido nombrada no existe.  Eso es una falta nuestra, un desconocimiento y conlleva una actitud de humildad ante el universo.

 

Los físicos discuten si el universo alguna vez se terminará o se seguirá expandiendo hacia la nada.  Eso depende de la cantidad de materia que contenga.  Dicen que si consideramos sólo la masa visible, la medible, el universo continuará su viaje, pero si consideramos como lo piensan y lo pensaron antiguamente todos los pueblos, y lo siguen pensando las culturas indígenas, que aquello invisible también es masa, entonces el universo tendrá un fin.

 


 

 


 

¿Cuál es tu relación poética con Gonzalo Millán y Jorge Teillier?. Háblame de ellos.

 

De Jorge Teillier empecé a oír cuando estaba en la escuela primaria porque mi hermana mayor, que entonces era estudiante en la Escuela Normal de Angol, tenía una gran amiga y compañera de curso que era polola de Fernando Teillier, hermano de Jorge. En las conversaciones familiares mi hermana América siempre hablaba de su amiga y de la mamá de ella, de la casa en la que vivían en el barrio Pueblo Nuevo de Temuko. Allí solía pasar a alojar mi hermana cuando para las vacaciones viajaba a Cunco o hacia Kechurewe (nuestra comunidad). El hermano de Fernando es poeta, decía mi hermana. 

A mí me gustaba la palabra "poeta" pero cada vez que tenía oportunidad leía narrativa, así es que no me interesé en indagar más que en una fotografía en que aparecían todas las compañeras de mi hermana y en observar especialmente a una muchacha que encontré muy atractiva y que resultó ser Miriam, la entonces polola y hoy esposa de Fernando. Más tarde, en una escuela de Cunco, mi hermana Rayen fue colega de un primo de Jorge; volví entonces a oír de él. Después mi hermano Arauco me habló de su poesía y también de la de otros poetas chilenos. Pero yo seguí con mis lecturas de novelas y cuentos y asomándome sólo de cuando en cuando a la poesía escrita.

En un Encuentro Literario en Temuko, año 1982, conocí a Jorge, a Enrique Lihn (que en su presentación leyó un poema mío que andaba circulando en un tríptico editado por mi amigo Esteban Navarro), a Cristian Huneeus, etc.

 

Tuve el privilegio de hacer amistad con Jorge y de leer -con más detenimiento- su poesía. Compartimos gratas conversaciones en los días en que con Jaime Valdivieso organizamos la "Zugutrawvn / Reunión en la Palabra" (Temuko, 1997), primer diálogo de oralitores y escritores mapuche y chilenos. Con Jaime recordamos con frecuencia que en una de las lecturas –Auditorio de la Universidad Católica- Jorge mostró su característico sentido del humor diciendo: "Hemos sido convocados por un miembro de la aristocracia chilena y un miembro de la aristocracia mapuche".

 

Después me habló de sus "Notas sobre el último viaje del autor a su pueblo natal" en que escribió: "A los mapuches les gustan las canciones mexicanas del Wurlitzer de la única Fuente de Soda. / Las escuchan sentados en la cuneta de la Calle Principal. / Van a la vendimia en Argentina y vuelven con terno azul y transistores", y del libro "Memorias del Lonko Pascual Koña" (publicó un poema basado en ése texto)  y de las conversaciones de su padre con nuestra gente, y me dijo que él consideraba que entre las influencias de la poesía "lárica" en el sur de Chile estaban la realidad de compartir vivencias pueblerinas y campesinas comunes y la poesía y la narrativa mapuche.

 

Jorge me distinguió con su amistad; tuvo la amabilidad de mencionarme en algunas entrevistas y dedicó a Guido Eytel y a mí su poema "Triste, solitario y final" publicado en su libro "Cartas para reinas de otras primaveras".

 

A Gonzalo Millán lo conocí en Santiago, en los años ochenta, vivía entonces en el Barrio Bellavista; fui a su casa con mi amigo José Paredes –poeta, narrador y editor- pues tenían que hablar respecto de un libro que José le iba a editar o le había editado. Volví a encontrarlo después en casa de Eliana, una doctora siquiatra; en dicha ocasión fue muy cariñoso con mis pequeñas hijas Malen y Kawi. A comienzos de 1993 nos reencontramos en Holanda, en el "Poetry International" de Rotterdam; Gonzalo vivía en Rotterdam y –con Ximena, su compañera entonces- tuvo la gran gentileza de invitar a alojar a su casa a mi hermano Arauco que había viajado desde París para encontrarse conmigo. A finales de 1993 viajé otra vez a Europa, invitado a Italia, a Suecia y otra vez a Holanda. En Rotterdam caminamos con Gonzalo, compartimos silencio y conversación, bajo la llovizna o nevando; también bebimos y comimos en un restaurante a orillas de un puente levadizo y en casa de Marga, una hermosa muchacha holandesa que me había albergado.

 

Después Gonzalo regresó a Chile y tuve la oportunidad de hablar otra vez con él; me hizo una pequeña entrevista para su página en la revista Ercilla, "Velador: Libros y autores". Compartimos también en Temuko, pues estuvo presente en la "Zugutrawvn".  Me parece que Gonzalo fue un hombre de pocas palabras o más bien de mucha precisión en su hablar, como lo atestigua su poesía; pero de gestos bien demostrativos. Pienso en su abrazo y en su comentario de su ligazón con la mapuchidad, en su emocionado agradecimiento por la invitación al Encuentro; estábamos todos en el mirador del Cerro Ñielol, viendo el río Cautín, el cerro Konun Wenu, y la ciudad irrumpiendo ruidosa.

Nuestros encuentros fueron siempre cordiales; lo recuerdo con harto afecto. No sé por qué, pero ése recuerdo se asocia con su poema "Hockey": "La muerte canadiense / se desliza hacia mí, / rauda sobre el hielo / como un jugador de hockey / esgrimiendo / su guadaña de palo. / Yo no sé ni patinar, / yo juego fútbol, le digo".

 

¿Qué opinas del papel de la mujer en la creación poética en Chile, porque al parecer la poesía chilena es un terreno más masculino que femenino?

 

A mí me parece que el papel de las poetas chilenas es destacado, basta con nombrar a Gabriela Mistral y a Violeta Parra, adelantadas hasta hoy; más si pensamos que la poesía no es artilugio sino vida, no es sólo versificación sino coherencia que la sostiene y la proyecta, pensamiento comprometido con la sociedad y la Naturaleza (la Tierra).

 

¿Qué escritores te interesan más?

 

Leo con frecuencia a Nicomedes Guzmán, Manuel Rojas, Baldomero Lillo, González Vera, María Luisa Bombal, Antoine de Saint Exupèry, Máximo Gorki, Italo Calvino, Edmundo de Amicis, etcétera.

 

¿Qué libros recomiendas para leer?

 

Los libros de los autores que nombré anteriormente. También, entre otros, "Señores y ovejas negras (Chile: un mito y su ruptura)" de Jaime Valdivieso, "Trapananda" de Enrique Valdés, "El viejo que leía novelas de amor" de Luis Sepúlveda, "Lautaro. Epopeya del Pueblo Mapuche" de Isidora Aguirre, "Carta al Greco" de Niko Kazantzakis, "El cartero de Neruda" de Antonio Skármeta, "Los cardos del Baragán" de Panait Istrati, "Cien años de soledad" de Gabriel García Márquez, "La perla" de John Steinbeck. El cuento de Olegario Lazo: "El padre".

      

Sin olvidar la lectura constante de la Naturaleza, el Azul del universo infinito del que es parte nuestro espíritu que dialoga con nuestro corazón. Así nos dicen en sus Conversaciones / sus Nvtram (en las que se reúne el tiempo) y en sus Consejos / sus Gvlam, nuestras Mayores / nuestros Mayores.

 

 
   
 

EL MITO DEL ORIGEN

DEL PUEBLO MAPUCHE


 

Está contenido en el Kallfv Epew / Relato del Azul:

 

Cuentan nuestros Mayores que entonces en la Wenu Mapu / la Tierra de Arriba coexistían las energías positivas y negativas. Así era, dicen, hasta que el Espíritu Poderoso recordó que no había nada so­bre la Nag Mapu / la Tierra que ahora andamos.

Entonces, dicen, pensó en mandar hasta aquí a uno de sus amados Brotes.

 

Su gesto dicen, fue percibido por los espíritus negativos que se reunieron para urdir la forma de ser ellos los elegidos. ¿Pero quién?, se preguntaron.

Entonces, dicen, empezaron a pelear. Tanto aumentó la violencia de la pelea que se abrieron los aires y enredados cayeron,

transformándose en cuerpos incandescentes en la caída.

 

Se rompió la tierra golpeada y los espíritus negativos rodaron hasta sus profundidades. Allí quedaron encerrados.

(Miñche Mapu / Tierra de Abajo se llama su lugar).

 

Por la fuerza de ese choque se origi­naron también los volcanes, los cerros y cordilleras, están diciendo nuestros Antepasados.

            

Entre los espíritus negativos se hallaban espíritus positivos que por haber estado demasiado cerca de la riña, fueron arrastrados en la caída, dicen.

            

Ellos, ellas, hicieron rogativa al Espíritu Poderoso para que les permitiera regresar a la Wenu Mapu. Salieron entonces por los cráteres de los volcanes, pero quedaron nada más colgados en el aire (Wagvlen / Estrellas, así las nombró nuestra Gente). Por eso lloraron esos espíritus, lloraron por mucho tiempo, dicen.

Sus lágrimas formaron los ríos, los lagos y los mares.

            

Fue entonces que el primer espíritu Mapuche vino arrojado desde el Azul. Soñando miraba éste la superficie inmensa,

deshabitada, de la Tierra que ahora andamos.

            

Su Madre, dicen, se entristeció de su soledad. Así, para que lo acompañara, el Espíritu Poderoso envió a una estrellita hermosa, refulgente.

            

Volando vino ella y caminó luego sobre las piedras hasta que sus pies sangraron. Su sangre se convirtió en pasto, en flores se convirtió, dicen.

El aroma, el color, la suavidad, alegraron a la mujer que las alzó deshojando. Pétalos que sostenidos y acariciados por la brisa surgida del resollar

de su contento se transformaron en mariposas, en aves, en alados insectos. Sus tallos se transformaron en plantas, en árboles agradecidos de frutos.

            

Despertó entonces el hombre con la sonrisa de la mujer. Los miró con su vigoroso resplandor el Padre y veló por ellos la Madre con su tenue luz.

Los jóvenes sembraron luego la semilla de su corazón.

            

Así comenzó la vida, están diciendo nuestras Ancianas / nuestros Ancianos.

 

 


 

 

 

 

 
 

POEMAS DE

ELICURA CHIHUAILAF


 

 

EN ESTE SUELO

HABITAN LAS ESTRELLAS

 

 

Tvfachi mapu mew mogeley wagvlen
Tvfachi kallfv wenu mew vlkantukey
ta ko pu rakizwam
zoy fvtra ka mapu tañi mvlen ta tromv
tripalu ko mew ka pvjv mew
pewmakeiñ mu tayiñ pu fvchakecheyem
Apon kvyen fey tañi am -pigekey
Ñi negvmkvlechi piwke fewvla ñvkvfvy.

 


 

En este suelo habitan las estrellas
En este cielo canta el agua de la imaginación
Más allá de las nubes que surgen
de estas aguas y estos suelos
nos sueñan los antepasados
Su espíritu -dicen- es la luna llena
El silencio su corazón que late.

 

 


 

LA LLAVE

QUE NADIE HA PERDIDO

 

 

La poesía no sirve para nada, me dicen
Y en el bosque los árboles se acarician
con sus raíces azules y agitan sus ramas
el aire, saludando con pájaros la Cruz del Sur
La poesía es el hondo susurro de los asesinados
el rumor de hojas en el otoño, la tristeza
por el muchacho que conserva la lengua
pero ha perdido el alma
La poesía, la poesía, es un gesto, un sueño, el paisaje
tus ojos y mis ojos muchacha, oídos corazón
la misma música. Y no digo más, porque
nadie encontrará la llave que nadie ha perdido
Y poesía es el canto de mis antepasados
el día de invierno que arde y apaga
esta melancolía tan personal.

 

 


 

AÚN DESEO

SOÑAR EN ESTE VALLE

 

 

Mawvn nvtrvgkvnutufi kvrvf ñi trarin
Ka, wenu, ti fvtra vl tripay zugun
Fillem ñi feypiley ñi neal choyvn
Mvlewma fentren kulliñ -pilerpuy
Mawizantu, pichike lafken vñvm kvme zugu

 

Umerkvlen amun: Iñche ñi pewi mu, kiñe fvcha
Kizu vgvm ñi wiñomeal ti pu llampvzkeñ
Ñi pichike gemun tremkvlen antv mew

 

Ramtukenueli tunten tripantv ñi nien pienew fey mu ayvwkvlean

 

Chumael tukulpageafuy ti genolu?
Ñi newen tukulpan mew mogeley ta Mapu ka fey mu mvley taiñ Kuyfikeche tañi mollfvñ

 

Kimaymi, kimaymi, chumgelu -feypi

Petu kvpa pewmalelfun tvfachi

Mapu mew?

 


 

Las lluvias tocan las cuerdas de su aire
y, arriba, es el coro que lanza el sonido de la fertilidad
Muchos animales hubo -va diciendo montes, lagos, aves, buenas palabras
Avanzo con los ojos cerrados: Veo, en mí, al anciano que esperando el regreso
de las mariposas habita los días de su infancia

 

No me preguntes la edad -me dice y estaré contento
¿para qué pronunciar lo que no existe?

 

En la energía de la memoria la Tierra vive
y en ella la sangre de los Antepasados

 

¿Comprenderás, comprenderás por qué dice aún deseo soñar en este Valle?

 

 


 

 

PORQUE SOY LA

FUERZA DE LO INNOMBRADO

 

 

Pewman ta we Kvyen mew, pika kvzawkefiñ ta lelfvn
Petu ñi zugu genon ka rayen rume genon femvn (welu zoy alv kamapu )
Tvfawla ñi pu ñawe zeumalkefiñ ien ruka ka kvrvf negvmvñ ma meke enew ñi logko pvrakawellkvlen wente relmu

 

Witrunko ta iñche
Umawtulen amuley lafken iñche mew
ka nepey ta mawizantu Nienolu vy tañi newen ta iñche, pi tuway mane chi antv: Tami vl.

 


 

He soñado en la Luna creciente dice
y he trabajado los campos
Antes que las palabras y que las flores fui (y más lejos)

 

Para mis hijas construyo la casa de plata
mientras con el cabello al viento
cabalgo sobre el arco iris

 

Soy el agua que corre
Dormido va el mar en mí y despierta la montaña

 

Porque soy la fuerza de lo innombrado, dice corona del sol: Tu canto.

 

 

 

 


Entrevista publicada en Lakúma Pusáki en el otoño de 2008.