R E C U E R D O   D E   R O Q U E

p o r   E r n e s t o   C a r d e n a l


 

 


 

 

 

 


 

 

A Roque Dalton yo lo recuerdo riendo.  Flaco, de un blanco pálido, huesudo, narizón como yo, y siempre riendo.  No sé por qué siempre te recuerdo riendo, Roque Dalton.  Un revolucionario reidor.  No es que los revolucionarios sean especialmente serios ni mucho menos, pero es que él era un revolucionario especialmente reidor.  Se reía en primer lugar de él mismo.  Se reía de cosas ridículas de El Salvador, y siempre estaba hablando de El Salvador y es que quería muchísimo a su país “Pulgarcito” El Salvador.  Se reía de la burguesía salvadoreña naturalmente, y nos hacía reír a todos.  Se reía de los jesuitas con los que se había educado y en cuyo colegio había “perdido la fe” (también se reía de esta expresión) para entrar al Partido Comunista y también se reía de cosas de su partido Comunista.  (Pero de todos modos era su partido).  Contaba historias fantásticas de El Salvador que parecían inventadas, pero eran ciertas.  A un hombre lo tuvieron preso por varios años en una cloaca cubierto de cucarachas.  Cuando lo sacaron de allí estaba loco, y las cucarachas ya no le disgustaban en absoluto; se sonreía beatíficamente, y para él estar lleno de cucarachas era como estar lleno de mariposas.  Roque Dalton una vez estuvo preso y lo iban a fusilar.  Además iban a hacer creer al Partido que él era un informador y un agente de la CIA para que no lo consideraran como mártir.  Esa noche, aunque él no tenía fe en Dios, él oró, se arrodilló en su celda y oró.  La “suerte loca” –decía él- hizo que esa noche hubiera un terremoto y se cayeran las paredes de la cárcel, y él se escapó.  Cintio Vitier y Fina y yo nos reíamos de él diciéndole que nosotros dábamos otro nombre a lo que él llamaba “suerte loca”, y él también se reía.  Roque Dalton estaba siempre de buen humor a pesar de los horrores que había pasado, y de los horrores que lo esperaban por delante y que él adivinaba.  El compromiso de Roque Dalton con la revolución era como un compromiso matrimonial.  Estaba desposado con la revolución.  Su destino fue no sólo cantarla sino también dar la vida por la revolución.  Ahora él está encarnado en muchas vidas, está resucitado en la insurrección de El Salvador.  Está siempre riendo, a pesar de las masacres, a pesar del llanto.  Está riendo porque está triunfante.  Es como si hubiera triunfado ya.  Roque Dalton pronto será parques infantiles, escuelas, hospitales, será sus poemas escritos antes y muchos otros poemas por venir.  Roque Dalton será un pueblo reidor y feliz de roque daltons.

 

 

 


Escrito por Ernesto Cardenal y aparecido en Casa de las Américas, n° 121, jul. – ago., 1980, p. 64, en “Homenajes”.