P S I C O F Á R M A C O

D E   L U I S   C A Ñ I O   M A L P U

p o r   J o s é   G a s t e l ú


 

 

 

José Gastelú, escritor.


 


De un loco certificado


 

 

¿Cuántas veces el arte nos vuelve a mostrar su grito inconforme con las dramáticas realidades de injusticia social de los modelos políticos y económicos? ¿Y cuántas veces lo hace cómodamente sentado en un sillón burgués, en el aséptico espacio de la galería o en las cátedras universitarias? Tal parece que el gusto por apreciarlo suele estar acoplado con la desafección propia del dinero y debe ser por eso que, cuando una obra se muestra sincera desde su precario lugar de formación, se transforma en algo peligroso, incómodo, que crispa los cuerpos. Un discurso que debe pasar por la aduana de los años para poder ser apreciado desprovisto del insulto que nos recuerda que la extrema pobreza está ahí.

 

El libro “Psicofármaco (mi vida a las sombras)” de Luis Cañio Malpu, publicado en 2.020 por La otra Costilla ediciones, puede ubicarse en ese incómodo relato. Entrar en sus páginas es meterse en el mundo de innumerables carencias afectivas y económicas a la que nos somete el neoliberalismo económico del cual, Chile se siente orgulloso. Si a eso le sumamos el quiebre sicológico, las cosas empeoran, ya que el individuo debe ser asistido por las redes de salud siquiátricas del estado, engullendo con pastillas baratas una patología mal tratada. Pero, no nos confundamos. Los poemas de este libro no son los relatos de un loco, por el contrario, el autor es un ser lúcido y dolido, cuyos vacíos nos aplastan con la sinceridad de la palabra a carne viva. Esto no es nuevo, por supuesto, pero no por ello deja de ser valioso. Es imposible que el discurso, los versos, cada palabra de este libro, sea producto de una imaginación ladrona e hipócrita. La verdad se aprecia entre estos escritos frágiles, a veces hostiles, expresivos, con olor a clonazepam, con tedio y frío.

 

Los poemas de Luis Cañio tienen un valor que va más allá de lo testimonial y que pueden sostenerse por sí mismos dada su calidad literaria. El autor es también un performero que se ha presentado en diversos encuentros y festivales de este arte, tal como se puede apreciar en la particular reseña biográfica del libro que, en vez de sólo palabras, está construida con una muestra de los afiches de cada uno de estos encuentros, desde intervenciones barriales hasta coloquios sobre salud mental.

 

Tal parece que el autor no tenía la publicación de este libro como algo prioritario y fue la editora Mónica Montero la que logró convencerlo de que sus textos debían estar en papel impreso. Según he leído y conversado, Luis Cañio mantenía los poemas casi en secreto, seguramente mostrándoselos sólo a los amigos o siendo leídos en furtivos recitales de poesía. Me alegra que salieran a la luz, que se nos muestren como la herida salvaje que son y, al verla, nos demos cuenta de que también somos parte de esa herida. Ojalá así no fuera, ojalá que todos tuviéramos derecho a una sociedad justa donde se pudiera vivir dignamente.

 

Pero ahí está Luis Cañio que nos recuerda que

 

 

Mis gestos obscenos

no serán atributos en pruebas estándar.

Entonces, soy otra especie

vulgar contada y marcada

como desecho

de la falacia de la distribución

per cápita. Soy

la suma del cero infinito…

del ingreso.

 

 

 

O puede ser que después infinitas colas para esperar un número de atención, entrar al consultorio, aguardar por una explicación de la AFP que aún no quiere entregar el dinero que nos corresponde, caigamos en la cuenta de que

 

 

Soy

 

el resultado de la politiquería

del chorreo.

Sujeto-objeto para el papeleo

del ministerio del burócrata de

turno.

 

 

Todo lo atraviesa la marginalidad impuesta por la riqueza acumulada de los privados, los sentimientos, las relaciones, la merca, el deseo. Hay personas que se convirtieron en invisibles. Los otros, los que tienen su vida resuelta, los desprecian, los ignoran, hasta que, a veces:

 

 

Cuando se les antoja mirar para acá

me juzgan por mi marca hechiza

por mi plástico asiático

por mi ropa que pretende ser

ropa. Mis tatuajes de negro

mi aspecto desdeñado.

 

 

Es una amarga realidad la que se nos muestra nuevamente. Este libro es parte del sinnúmero de obras que nos recuerdan la brutalidad de la especie con la creación de ciudades ajenas al sentido humano. ¿Hasta cuándo deberemos soportarlo? Quizás hasta que haya pasado el suficiente tiempo, transformándose en una anécdota que nos lleve a decir “¡Qué increíble! ¿Cómo puede ser eso?”, mientras seguimos observando los cuadros de la galería con una copa del cóctel en las manos.

 

Mientras tanto, Luis Cañio seguirá soñando que en la mesa hay retratos dispersos y seguirá estando aquí, en mitad del cielo, en mitad de rostros difusos con un cigarro de agua encendido. En fin, las digresiones de un loco certificado, como él mismo se denomina.

 


 

 

 

 

 


 

Luis Cañio Malpu, San Bernardo, Chile, 1975.

 

"Psicofármaco (mi vida a las sombras)", La otra Costilla Ediciones, 2020.

Poesía. 60 páginas.

Disponible solicitándolo en el facebook del autor https://www.facebook.com/luis.caniomalpu