P O E M A S   Y   C A R T A S

D E S E S P E R A D A S

D E   M A U R I C I O   S Á N C H E Z   Q U E Z A D A

p o r   A n t o n i o   G a s t e l ú


 

 

 

 

Dura ha sido siempre mi mirada / carnada fatal mi palabra y mi silencio.


 

Imagen y palabra

 

Mauricio Sánchez Quezada es un fotógrafo nómada que lleva en el oficio 23 años, tiempo durante el cual ha conocido distintos lugares capturando aquellos breves momentos que sólo el ojo del artista atento logra percibir. Ha dado consistencia a una obra visual variada, parte de esta se llama “retrato urbano” dedicada a la gente en situación de calle o que trabaja en ella.  Su cámara absorbe las angustias, las esperanzas, la soledad, el compañerismo, el trabajo diario o la ausencia de este.  También nos permite ir con él en su viaje para conocer a un ejército de músicos, artistas visuales y performeros del underground nacional.  En esa entrega que hace con estoicismo se refleja él mismo, a mi parecer, una persona sincera y de gran consecuencia con lo que piensa y plantea. Es bueno encontrar a seres humanos así.  De alguna manera, cuando veo su trabajo fotográfico recuerdo el apodo que le colocaron los indígenas Selknam a Martín Gussinde, el sacerdote salesiano que fue parte y logró conocer más profundamente a las comunidades indígenas australes, entregándonos un hermoso y profuso registro en imágenes de ellas;  lo llamaban “cazador de sombras” ¡qué forma más poética y exacta de describirlo! Y creo que el sayo bien le cae a Mauricio.  La profundidad de sus captos  se pueden apreciar, por ejemplo, en una de las fotografías contenida en este libro: una camioneta repleta de cebollas; la textura de sus cáscaras se repite en los rostros de un hombre y una mujer que se dirigen al mercado; él está casi dormido sobre la carga y ella, en su expresión, lleva la vida entera donde lo más esquivo es el dinero y el descanso.

 

50° grados sobre el asfalto

Entre calles

Humo, tinieblas

y monstruos metálicos

 

¡Cuánta alma!

¡Cuánta risa!

¡Cuánto llanto!

¡Cuánto ojo!

 

Y es el mismo ojo que aplica tras la lente de la cámara el que vierte en sus poemas.  Creo que la palabra escrita de Mauricio Sánchez Quezada no podría desarrollarse sin la imagen fotográfica.

 

Los poemas de Mauricio son un grito contra la codicia, son un grito que destapa el cielo pletórico de luces y fastidios.  El autor es un gran crítico social que rehúye de las convencionalidades con que una sociedad que odia lo tienta, como a Simón del desierto, pero a diferencia del Estilita, Mauricio va y se reúne con la gente, los espacios, las vidas reales, alejado del ascetismo, inundado de humanidad.

 

El libro está dividido en dos cuerpos, tal como indica su nombre.  Las cartas desesperadas van todas dirigidas a algún receptor convirtiéndose cada texto en una historia… ¿historias personales, historias inventadas? la certeza es que algunas son profundamente realistas y muy descriptivas:

 

“Recuerdo tu fétido aliento navegando en mi interior

y el violento sonido del catre en que nos mecíamos

vil pasión, aquel día en que me miraste y te mordiste los labios

la cajita de vino que con cuidado colocabas bajo tu falda de cuero negro

 

o la madrugada en que luego de bebernos el Coñac, en tu sitio

eriazo preferido,

me dijiste que me amabas”

 

(Carta de un reo desesperado a “Marylú”)

 

Nada que explicar, es lo que se describe.

 


 

 

 

 

 


 

Los poemas viajan por otras esquinas, diversas.  Hay dos dedicados a Dichato golpeado por el terremoto del 2010.  Conocí esa ciudad, al lado del agua calma de un mar que después se vendría contra ella embravecido.  Toda la forma y el terreno cambiaron en ese instante. ¿Cuántas vidas se perdieron?

 

Pero Mauricio sigue con su ojo atento observando la humanidad que nos rodea.  Para él no pasan desapercibidos los seres invisibles que comen de la basura, duermen bajo un alero, están tirados en una escalera del metro.  No se trata de rasgar vestiduras, pero nosotros, los que tenemos la suerte de ir a dormir en una cama, tengamos algo de humildad y acción.  Aunque sea poco, hagamos algo para disminuir la insoportable brecha social que nos separa como chilenos.

 

Mauricio, con respecto a esto, es altivo y contestatario.  Su poema “en la mesa del patrón” me recuerda a los viejos luchadores sociales de la primera mitad del siglo veinte:

 

“En la mesa del patrón no quepo yo ni mi sudor…

en la mesa del patrón no comeré

ni beberé…

Dura ha sido siempre mi mirada

carnada fatal mi palabra y mi silencio…

Con el orgullo del viento me levantaré

Beberé del camino agreste

la noche errante y oscura soledad…

en la mesa del patrón no comeré

ni beberé…”

 

Parecen casi unas palabras escritas en piedra: no comeré, no beberé… no matarás…

 

“Poemas y Cartas Desesperadas” es el primer libro de versos de Mauricio Sánchez Quezada.  Un primer libro es una bandera plantada con la que nos exponemos al criterio de los demás.  Un primer libro es aventurarse en otro viaje en el que no iremos solos, porque las miradas de los lectores, los amigos, los desconocidos nos acompañan.  Un primer libro es soltar las amarras, es abrir la puerta de la casa, es levantarse de la cama.  Un primer libro es una pequeña muestra de valentía.

 


 

Mauricio Sánchez Quezada Es fotógrafo independiente desde hace 25 años, poeta vivencial, no de salón y Bibliotecario a tiempo completo. Entre otras labores, como fotógrafo realiza hace 23 años un proyecto personal denominado “Retrato Urbano”, donde capta con su lente a personas que viven en condición de calle o bien que desempeñan sus labores en ella. Su trabajo, que abarca tanto Santiago como Valparaíso, desarrolla una línea independiente, alejada del marketing. Es dueño de un abundante registro en imágenes de las innumerables tocatas Punk - Metal a las que ha asistido y del telúrico paisaje que lo vio nacer, desde Arica hasta Tierra del Fuego. “Poemas y Cartas desesperadas” es su primer libro de poesías.

 

"Poemas y cartas desesperadas", Marciano Ediciones, 2018. Poemas. 104 páginas.

Disponible en Librería TXT de Huérfanos 649, Santiago, Chile.