I S H A N G O

D E   R U B É N   S I L V A

p o r   M i g u e l   M o r e n o   D u h a m e l


 

 

 

 

¿CÓMO SE DEFINE / LA ENERGÍA SIN USAR / PALABRAS? 


 

El hueso de Ishango es un utensilio prehistórico encontrado en el (norte) de África hace algunas décadas atrás.  Está hecho con el peroné de un babuino y en él están marcadas varias líneas en grupos que, según los científicos, representan un pensamiento matemático complejo sugiriendo que el colectivo humano que lo usaba hace 20.000 años, tenía al menos el concepto de multiplicar y dividir.  Es un vestigio, la huella de una humanidad ya desaparecida.  ¿Qué vestigios dejaremos nosotros cuando todo esto explote y el Apocalipsis se nos venga encima?  El hueso de Ishango es una buena metáfora para reflejar la propuesta de ficción, de ciencia ficción, que aborda Rubén Silva en su cuarto libro, el segundo de poesía publicado por Gato-Jurel Ediciones.

 

Tal vez, al lector le resulte extraño leer un libro de poesía de ciencia ficción, terreno perteneciente más a la narrativa, pero Rubén Silva aborda con el tema con pericia planteando muchos tópicos inherentes a este género: la robótica, la extinción de la raza humana, la presencia de extraterrestres que nos observan y la aparición de inteligencia artificial que sólo desea ser semejante a su creador, ser como humanos y morir.  Pero la muerte está vedada para las máquinas.  Ellas conocieron a su dios, fueron capaces de replicarlo; nosotros, por otro lado, sólo recibimos el silencio de la deidad.

 

Esta obra es un cuerpo único.  Haciendo una pequeña confesión: una de las tantas cosas que me gusta de la poesía es que se puede abrir un libro y leer los poemas en orden o de manera aleatoria, ya que cada uno representa una pieza que se puede disfrutar individualmente. Pero, con este libro, Ishango, no ocurre así.  Se debe leer de una y en el orden que propone el autor.  Son varias imágenes las que se van sucediendo dando formando este relato complejo.  Rubén Silva es un escritor informado, inteligente, se nota que existe una gran cantidad de información previa antes de lanzarse a la escritura y esa información irremediablemente habitará el poema recordando ideas de otros o manifestando las propias que vienen de una telaraña atávica que une a todos los seres vivos en el universo, que no es tan infinito como alguna vez se creyó.

 

En la nota preliminar, Rubén Silva entrega las claves para viajar en esta obra, nos dice que “Ishango nace a partir de la necesidad de generar una relación y vínculo entre las temáticas de cinco libros de los que se nutre directamente, a saber: Tratado contra el método, de Feyerabend; Escritos Filosóficos 2, de Lakatos; Sobre un concepto histórico de la ciencia, de Carlos Pérez Soto; La Carretera, de Comarc MacCarthy y Bóveda de acero, de Asimov”.  Con esto nos invita a la tarea de buscar y leer los textos que no conocemos o releerlos si los hemos olvidado.

 

Tal vez, un problema que presenta tanta información volcada en un pequeño libro, es que siempre se corre el riesgo de que la referencia caiga en tierra baldía.  Hay que leer La invasión de Sicilia por lo osos, de Dino Buzzati para entender que los autómatas no pueden prever el futuro; recordar la declaración de Nietzsche sobre la muerte de Dios para entender su llanto al ver que estaba equivocado; y haber leído al menos una vez al Ezequiel bíblico con su drogada visión de seres vivientes con cuatro rostros descendiendo de una máquina descomunal desde el cielo.  También, el hecho de que la historia contada esté llena de referencias intelectuales y que se posiciona en ese ámbito, hace resaltar más las pequeñas faltas ortográficas del texto, son pocas pero nunca debieron estar allí, ni los autómatas, extraterrestres, ni los lectores involucrados las soportarán, sólo los humanos al borde de la extinción permanente.

 

Silva aborda muchos temas en este libro, varios de carácter moral otros metafísicos: “El último hombre está imposibilitado / para crear el conjunto de leyes que / garantizan el orden ciudadano.  Es un / bárbaro.  SIN LEY.  SIN LENGUAJE. / No hay autoridad lingüística.  No / hay gramática.  No hay teoría del / tiempo.  La gramática se extinguió.  Las / constituciones se extinguieron. / Los manuales de urbanidad de extinguieron. / LAS MÁQUINAS EJERCEN / RELACIÓN SIN INTERACCIÓN.  Son  / moralmente superiores al hombre. / No pueden sentir.  La moral no se / siente.  Se ejerce”.

 

Y al frente una página casi en blanco que dice “¿CÓMO SE DEFINE / LA ENERGÍA SIN USAR / PALABRAS?           ¿QUÉ HAY DESPUÉS / DE UNA CERTEZA?”

 

Personalmente traté de buscar alternativas de respuestas a las preguntas planteadas, mi parte de androide de hojalata quiso echar andar sus algoritmos internos; pero mi otra parte, la humana, la que falla más aún me obligó a tomar este libro de poesía por lo que es, leer sus textos en voz alta y caer en la respiración que le da música al poema.

 

Rubén es un muy buen escritor y un gran conversador.  Si algún día se lo topan por allí y el calor del alcohol los lleva a terminar una noche de juerga en su departamento escuchando su colección de discos, los sorprenderá la mañana pensando en el maldito día que se viene y en por qué la noche se hizo tan breve, si es en la noche donde mejor se pueden discutir libremente las ideas con este androide tan parecido al humano que es Rubén Silva.

 


 

 

 

 

 


 

Rubén Silva nace en Valdivia en 1986. Ha escrito la novela corta "Blues Suicida" (2013) y el libro de cuentos "Los Hijos de los Hombres" (2015) ambos publicados por la editorial independiente La Polla Literaria.  Los libros de poemas "Espacios Otros" e "Ishango" publicado por la editorial independiente GatoJurel Ediciones.

 

"Ishango", GatoJurel Ediciones, 2017. Poemas. 100 páginas.