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¿CÓMO SE DEFINE / LA ENERGÍA SIN USAR /
PALABRAS?
El hueso de Ishango es un
utensilio prehistórico encontrado en el (norte) de África hace
algunas décadas atrás. Está hecho con el peroné de un babuino y
en él están marcadas varias líneas en grupos que, según los
científicos, representan un pensamiento matemático complejo
sugiriendo que el colectivo humano que lo usaba hace 20.000
años, tenía al menos el concepto de multiplicar y dividir. Es
un vestigio, la huella de una humanidad ya desaparecida. ¿Qué
vestigios dejaremos nosotros cuando todo esto explote y el
Apocalipsis se nos venga encima? El hueso de Ishango es una
buena metáfora para reflejar la propuesta de ficción, de ciencia
ficción, que aborda Rubén Silva en su cuarto libro, el segundo
de poesía publicado por Gato-Jurel Ediciones.
Tal vez, al lector le resulte
extraño leer un libro de poesía de ciencia ficción, terreno
perteneciente más a la narrativa, pero Rubén Silva aborda con el
tema con pericia planteando muchos tópicos inherentes a este
género: la robótica, la extinción de la raza humana, la
presencia de extraterrestres que nos observan y la aparición de
inteligencia artificial que sólo desea ser semejante a su
creador, ser como humanos y morir. Pero la muerte está vedada
para las máquinas. Ellas conocieron a su dios, fueron capaces
de replicarlo; nosotros, por otro lado, sólo recibimos el
silencio de la deidad.
Esta obra es un cuerpo único.
Haciendo una pequeña confesión: una de las tantas cosas que me
gusta de la poesía es que se puede abrir un libro y leer los
poemas en orden o de manera aleatoria, ya que cada uno
representa una pieza que se puede disfrutar individualmente.
Pero, con este libro, Ishango, no ocurre así. Se debe leer de
una y en el orden que propone el autor. Son varias imágenes las
que se van sucediendo dando formando este relato complejo.
Rubén Silva es un escritor informado, inteligente, se nota que
existe una gran cantidad de información previa antes de lanzarse
a la escritura y esa información irremediablemente habitará el
poema recordando ideas de otros o manifestando las propias que
vienen de una telaraña atávica que une a todos los seres vivos
en el universo, que no es tan infinito como alguna vez se creyó.
En la nota preliminar, Rubén
Silva entrega las claves para viajar en esta obra, nos dice que
“Ishango nace a partir de la necesidad de generar una relación y
vínculo entre las temáticas de cinco libros de los que se nutre
directamente, a saber: Tratado contra el método, de
Feyerabend; Escritos Filosóficos 2, de Lakatos; Sobre
un concepto histórico de la ciencia, de Carlos Pérez Soto;
La Carretera, de Comarc MacCarthy y Bóveda de acero,
de Asimov”. Con esto nos invita a la tarea de buscar y leer los
textos que no conocemos o releerlos si los hemos olvidado.
Tal vez, un problema que presenta
tanta información volcada en un pequeño libro, es que siempre se
corre el riesgo de que la referencia caiga en tierra baldía.
Hay que leer La invasión de Sicilia por lo osos, de Dino
Buzzati para entender que los autómatas no pueden prever el
futuro; recordar la declaración de Nietzsche sobre la muerte de
Dios para entender su llanto al ver que estaba equivocado; y
haber leído al menos una vez al Ezequiel bíblico con su drogada
visión de seres vivientes con cuatro rostros descendiendo de una
máquina descomunal desde el cielo. También, el hecho de que la
historia contada esté llena de referencias intelectuales y que
se posiciona en ese ámbito, hace resaltar más las pequeñas
faltas ortográficas del texto, son pocas pero nunca debieron
estar allí, ni los autómatas, extraterrestres, ni los lectores
involucrados las soportarán, sólo los humanos al borde de la
extinción permanente.
Silva aborda muchos temas en este
libro, varios de carácter moral otros metafísicos: “El último
hombre está imposibilitado / para crear el conjunto de leyes que
/ garantizan el orden ciudadano. Es un / bárbaro. SIN LEY.
SIN LENGUAJE. / No hay autoridad lingüística. No / hay
gramática. No hay teoría del / tiempo. La gramática se
extinguió. Las / constituciones se extinguieron. / Los manuales
de urbanidad de extinguieron. / LAS MÁQUINAS EJERCEN / RELACIÓN
SIN INTERACCIÓN. Son / moralmente superiores al hombre. / No
pueden sentir. La moral no se / siente. Se ejerce”.
Y al frente una página casi en
blanco que dice “¿CÓMO SE DEFINE / LA ENERGÍA SIN USAR /
PALABRAS? ¿QUÉ HAY DESPUÉS / DE UNA CERTEZA?”
Personalmente traté de buscar
alternativas de respuestas a las preguntas planteadas, mi parte
de androide de hojalata quiso echar andar sus algoritmos
internos; pero mi otra parte, la humana, la que falla más aún me
obligó a tomar este libro de poesía por lo que es, leer sus
textos en voz alta y caer en la respiración que le da música al
poema.
Rubén es un muy buen escritor y
un gran conversador. Si algún día se lo topan por allí y el
calor del alcohol los lleva a terminar una noche de juerga en su
departamento escuchando su colección de discos, los sorprenderá
la mañana pensando en el maldito día que se viene y en por qué
la noche se hizo tan breve, si es en la noche donde mejor se
pueden discutir libremente las ideas con este androide tan
parecido al humano que es Rubén Silva.
Rubén Silva
nace en Valdivia en 1986. Ha escrito la novela corta "Blues
Suicida" (2013) y el libro de cuentos "Los Hijos de los Hombres"
(2015) ambos publicados por la editorial independiente La Polla
Literaria. Los libros de poemas "Espacios Otros" e "Ishango"
publicado por la editorial independiente GatoJurel Ediciones.
"Ishango", GatoJurel
Ediciones, 2017. Poemas. 100 páginas.
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