H .  H .   E W E R S

L a   f u e r z a   d e   l a s

p o t e n c i a s   n e g r a s


 

 

"Los sueños son la única realidad":  a Hanns Heinz Ewers, esta realidad de pesadilla, llena de tinieblas y de sangre le va a llevar más lejos de lo que sin duda hubiera deseado.  Estas pesadillas tienen por título Mandrágora, En el miedo, El aprendiz de brujo o La Araña, obras que escribió entre 1907 y 1911, y que sin duda anunciaban ya de algún modo las "potencias negras" que más tarde se iban a desencadenar sobre Alemania.

 

Nacido en 1871, heredará de su padre, que es pintor, un gusto muy vivo por las descripciones de paisajes.  Su madre le comunicará la pasión por los cuentos y las historias maravillosas.  Después de realizar unos cursos de derecho, "entra" en la literatura y en la poesía.  Los autores de su biblioteca son Heine, Goetje, Hölderlin y Novalis, así como Baudelaire, Gautier, Maupassant, Verlaine, Poe o D’Annunzio.  Al mismo tiempo el joven Hanns Heinz Ewers se interesa por las ciencias ocultas.  Al declararse la primera guerra mundial, se encuentra en América del Sur.  Dado que no puede volver a Alemania, reemprende los viajes que había iniciado alrededor del mundo.  Europa, Asia, las Américas no tienen secretos para él.  Portugal, España e Italia le atraen de un modo particular y le inspirarán varios cuentos.  Durante la guerra, simultáneamente a la creación de su novela Vampiro, Ewers escribirá numerosos diarios de viaje.

 

 

Ewers, obsesionado, escribió una biografía de Horst Wessel, dirigente del nacional-socialismo, en la que se basó el film nazi Hans Westmar.

La derrota de 1918, lejos de disminuir su entusiasmo, le anima, al contrario, a buscar a los hombres que puedan sacar a su país del caos.  Se interesa por la política y entra en contacto con los hombres de los cuerpos francos y luego con los del nuevo partido nacional-socialista.  Se entrevista en diversas ocasiones con el jefe del partido, Adolfo Hitler.  Es probable que el escritor haya formado parte de la franja oculta de los ambientes nacional-sindicalistas.  Curiosamente en aquel periodo deja de producir.  Si Ewers es uno de los pocos intelectuales que apoya a Hitler es quizás al precio del enmudecimiento de su vena creativa.

 

En 1933, este caballero vestido "con elegante descuido" llega incluso a escribir un libro a la gloria de Horst Wessel, un dirigente del partido asesinado por los comunistas.  Fue este Horst Wessel el creador del himno del partido nacional-socialista, y no Ewers, como se ha afirmado posteriormente.  Sin embargo, la película que se hizo a partir del libro, después de la toma del poder de Hitler, no gustó al nuevo canciller ni a Goebbels.  Ewers cayó en desgracia y todas sus obras fueron prohibidas.  El escritor, sin poder ejercer su oficio, asistirá hasta 1943 –muere el 12 de junio- a las convulsiones de una Alemania que había querido grande y que no había sabido hacer otra cosa más que deslizarse hacia una nueva ruina y un nuevo caos.

 

Con el tema de la mandrágora, Ewers creó su obra maestra.

 

 

Sólo quedaban sus libros.  La obra de Ewers aparece como una verdadera sinfonía de muerte y de sangre.  Para el escritor, el mundo está lleno de terrores mortales:  basta mirar para darse cuenta.  Siendo típicamente alemanes, en la línea de Meyrink, de Perutz o de Strobl, los escritos fantásticos de Hanns Heinz Ewers están además llenos de temas personales y originales: un ciertp erotismo (La muchacha blanca), lo morboso (El final de John Hamilton Llewellyn), la magia (el culto vudú en La Malamoi).  Un tema dominante:  la sangre, que regenera la vida, que es a un tiempo vida y muerte, y que es erotismo...  La necrofilia aparece asimismo haber atraído a Ewers.

 

Se trata casi siempre de hacer participar al lector en una extraña fiesta, la de la inversión de valores que crea el horror: así sucede, por ejemplo, con la joven que En el país de las hadas (una de las narraciones de En el miedo) afirma vivir un cuento de hadas cuando en realidad descubre un mundo de horror.

 

En El aprendiz de brujo, la obsesión por la sangre es omnipresente:  el erotismo místico (la sangre y el vino, sacrificio cristiano) hace estragos en una pequeña comunidad, azotada por un viento de locura.

 

Mandrágora es sin duda la obra maestra de Ewers.  En la tradición de Hoffman y de Achmin von Arnim, esta "hija de la tierra y de la noche" es una flor de belleza radiante, pero venenosa y mortal.  Mandrágora, "nacida de los lloros equívocos de los ajusticiados inocentes", es una andrógino, primero un muchacho, luego muchacha, que aceptará perder sus poderes mágicos por amor.  El cine ha rodado algunas versiones de Mandrágora, una de Erich von Stroheim.  Y Ewers mismo fue uno de los autores de El estudiante de Praga, uno de los primeros films expresionistas alemanes (1913), película fantástica, de clima extraordinariamente irreal e inquietante.

 

 

Al estallar la primera guerra mundial, H.H. Ewers había escrito ya lo esencial de su obra.  Contribuyó asimismo al nacimiento del cine expresionista alemán con El estudiante de Praga (arriba una escena de esta película).  Luego, los maleficios del nazismo terminarían con la carrera del escritor Ewers.

 

Visionario hasta los límites de lo insostenible, el género fantástico de Ewers no es de los que tranquilizan.  Si Ewers no se hubiera comprometido con los nacional-socialistas, sería actualmente considerado como el más grande escritor de género fantástico alemán del siglo XX.

 

Extraído de Maestros de lo insólito, publicado en 1981 en el semanario Lo inexplicado.