C R Ó N I C A S   D E

L E T R A   Y   M Ú S I C A

p o r   J o r g e   W i l l i a m   T i g r e r o   V a c a

 
 

 

 

 

 

 

 

“La memoria es lo que uno recuerda, sí, pero al mismo tiempo es lo que uno cree que recuerda”, esta es una advertencia que consta en el libro “Recuerdos que mienten un poco”, memorias en conversaciones con Marcelo Figueras, la biografía a modo de diálogo-entrevista en la que el lector transita a través de los recuerdos de Carlos Alberto “El Indio” Solari, figura trascendental del rock argentino. Esta advertencia me sirve como punto de partida para abordar una temática importante no solo para la literatura sino también para la historia dentro del mundo de la música.

 

Mi intención no es hacer un recorrido erudítico sobre libros vinculados a cronistas de artistas o grupos; el propósito de las siguientes líneas es poder analizar características asociadas a este ámbito, a través de casos vinculados a material en nuestra lengua, debido a que considero que en este tipo de obras podemos encontrar importantes recursos que van desde inspiración, lecciones de vida, mil y un formas de destrucción, ejercicios de estilo, técnicas periodísticas y narrativas, incluso, reflexiones más allá de las canciones o anécdotas.

 

Este viaje vamos a desarrollarlo desde fuera hacia dentro, empecemos por el lector, ¿quién busca un libro de biografías sobre sus artistas preferidos?, una primera respuesta va vinculada a los fanáticos, otras quizás a personas que quieren saber algo sobre estas figuras, alimentados por detalles asociados a la fama, encontrar lógica a inspiraciones o quizás solo por curiosidad. Aquí se presenta una bifurcación de caminos, puesto que la selección puede estar guiada solo por el nombre de la “estrella”, sin importar realmente si esta persona escribió el libro, si alguien ejerce las veces de entrevistador-biógrafo o tiene en letras chiquitas la leyenda biografía no autorizada, etc., esta ruta es una de las más comunes; sin embargo, vamos a elegir el otro camino, analizar quién está involucrado en el desarrollo del material en cuestión.

 

En este punto aparecen varios títulos que muchas veces son vistos como sinónimos: biógrafo, cronista, entrevistador, etc., aquí es preciso compaginar la idea de esta palabra con una profesión; casi siempre la persona que hace las veces de quien escribe o direcciona un texto de este tipo es, principalmente en el mundo del rock, un periodista o mejor dicho un periodista de rock. Un profesional que se especializa en esta vertiente musical, sin importar en qué parte del planeta se encuentre, tiene características como: vivir de cerca la escena musical, experiencia en cobertura de recitales, establecimiento de contactos tanto con los artistas como con quienes están en la organización y producción; pero para poder hacer ese salto contundente de aparecer en la portada de un libro junto al nombre de la banda o artista, en este caso de rock (como se pueden dar cuenta voy a hablar de rock en español ya que es una de mis pasiones, ¡viva la objetividad!); el requisito esencial es que el periodista tenga experticia comprobable en el género de la entrevista y la crónica.

 

A diferencia de otros géneros musicales, para el rock en nuestro idioma, la trascendencia de los conciertos y las fuertes pasiones que se originan en los fanáticos constituyen un poderoso coctel para aquel periodista que emprende el arduo trabajo de dar forma a un contenido en el que se plasmará la historia. Ahondar en detalles vinculados a cómo ese periodista llegó a ser el “biógrafo oficial”, no es motivo de este análisis puesto que hay de todo, desde haber sido un fan incondicional hasta negocios burocráticos de transnacionales.

 


 

 


 

La hoja de ruta de este texto presenta a algunos de estos cronistas, para destacar aspectos que a mi modo de ver son esenciales para el desarrollo de este género. Sin buscar alguna cronología exacta o un repaso detallado, inicio con este nombre: Juan Puchades. Español, fundador de la ilustre revista musical “Efe Eme”, no solo ha desarrollado su faceta de periodista, ha recorrido también el camino de la creación de cómics. Hablaré un poco de su producción puesto que esto robustece el apartado de experiencia, Puchades, es quien mejor ha utilizado la palabra “Conversaciones” para su trabajo, puesto que lleva el oficio de entrevistador a un nivel muy alto, el cual se puede apreciar en libros como: Un alto en el camino. Conversaciones con Loquillo (2001), Sin vuelta atrás. Conversaciones con Ariel Rot (2003). 19 días y 500 noches, Sabina fin de siglo (2019), entre otros.

 

Podría hablar del libro sobre Sabina, pero no, he elegido la vertiente más cercana a las guitarras emblemáticas de nuestro rock, es decir, cómo Puchades plasmó en Sin vuelta atrás, la figura de Ariel Rot, para quienes no lo conocen fue el guitarrista principal en Los Rodríguez, banda icónica en la década del 90, liderada por Andrés Calamaro. Rot no solo puso alta factura en las guitarras, sino que creó canciones icónicas, a poco creen que “Mucho Mejor” (conocida coloquialmente como Hace Calor) es una composición de Calamaro, pues al igual que La Milonga del Marinero y el Capitán parten de creaciones de Ariel. No vamos a hablar de la historia de Los Rodríguez o de Rot solista, más bien del oficio de Juan Puchades para lograr a través de un formato de preguntas y respuestas, que cualquier persona, independientemente de su conocimiento o no de la carrera del músico en cuestión, quede inmediatamente envuelto en un relato que gracias al buen hacer del periodista, estructura el contenido en capítulos donde la voz del protagonista nos invita a imaginar postales de la vida de una figura importante del rock en español.

 

Es aquí que podemos abrir la puerta a un elemento en el que muchas obras juegan a lo seguro, el factor: sexo, drogas y rock & roll, pues bien, por supuesto que habrá partes en las que este tipo de situaciones tienen cabida, pero hay que saberlas manejar para no olvidarnos que la esencia de este tipo de libros es destacar la historia de la persona, no solo alimentar los deseos de muchos buscadores de morbo para leer sobre peleas, chismes o destrucción de cuartos de hotel. Por ejemplo, Puchades permite que el relato de Rot sobre su canción “Me estás atrapando otra vez”, no sea solo un anecdotario de cómo nació esa letra, sino más bien una comprensión de ese momento tan duro en la vida del artista. Este camino nos lleva a otro escenario, un poco escabroso si se quiere titular de alguna manera, sobre todo porque al escribir el nombre Sergio Marchi, a muchos vendrá a la mente solo su libro “No digas nada” en el que sus periplos junto a Charly García dieron luz a dicho texto biográfico.

 

Este quiebre en el análisis permite destacar un componente que también encontramos en estos textos, cuando el periodista se vuelve parte de la narración como un protagonista en varias escenas; la perspectiva cambia de foco, del artista al cronista, teniendo incluso incidencia en algunas acciones. Es aquí donde los formatos se mezclan, por ello menciono a Marchi, porque a diferencia de lo explicado con Puchades, las fronteras del relato se rompen porque Sergio en esta interacción con García en algunas ocasiones tuvo que fungir de mánager, psicólogo y compinche de Mr. Say No More, sumado a que la característica de fan influye también en la grandilocuencia de ciertos relatos. Si bien es un poco complicado distinguir estos detalles puesto que la vida alrededor de Charly en esta etapa tan caótica estuvo llena de hechos por decir algo estrafalarios, es importante resaltar la importancia de que el periodista pueda ser ese cable a tierra en la narración para que las acciones conlleven el establecimiento de matices y no un devenir continuo de situaciones que por más locas que parezcan siguen hablando del mismo tema.

 

      


 

 


 

Si utilicé el adjetivo escabroso para calificar un poco la introducción a esos detalles, considero que, en este nuevo punto, el término podría ser desequilibrado, puesto que para el siguiente contraste basado en ejemplos para resaltar el papel de quien escribe en este género, mencionaré a Enrique Symns. Yo como seguidor de la obra de Álvaro Henríquez y Jorge González, al leer lo que Symns escribía respecto a Los Tres y relatos sueltos del texto no publicado sobre González, podía percatarme que la palabra biografía muchas veces era solo empleada para dar rienda suelta a narraciones de escenas llenas de ficciones morbosas. Es importante darse cuenta de que más allá de caer en un problema serio que es el poner a quien hace de cronista como uno más de la banda o como una “estrella del rock”, se destaca otro gran inconveniente, un estilo propio del periodismo gonzo, querer influir en el ámbito de análisis, mezclar opiniones con hechos reales, exaltar el papel de quien escribe como algo esencial incluso determinante en pasajes de la vida de los artistas.

 

Resulta tentador colocarse en esta postura de generar atracción a través de este estilo, lo cual  provoca una mezcla peligrosa de ficciones puesto que si el relato sobre la banda puede estar situado en el contexto de recuerdos que mienten un poco, tener encima el problema de que el que escribe también le mete su sazón de fantasía o delirios, el lector caerá en una espiral sin fondo de múltiples relatos ficticios, es así que El Indio Solari, en el tema “Héroe del whisky”, emblemática canción de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, tiene una letra que grafica claramente el papel de Symns: “Bailará para la prensa/ y dedicará/ el nuevo rock de las cavernas/ a su vanidad/ Un héroe del Whisky más (el perro se hace notar)/ su truco le hace ganar nenas bohemias”. Es importante que al momento de elegir un libro de este género en cuestión analicemos el estilo que caracteriza al autor para poder saber qué mundo vamos a afrontar.

 

Luego de hablar del desequilibrio del estilo que toman algunos autores para plasmar biografías o “conversaciones”, aprovecho para aterrizar en el otro lado de la moneda, con el ejemplo de “Maldito sudaca: Conversaciones con Jorge González” de Emiliano Aguayo, la continuación de estas conversaciones se titula “Independencia Cultural”, lo acabo de adquirir, así que no puedo hablar todavía de su contenido. Mi reflexión final es sobre aspectos que se presentan en “Maldito Sudaca”, nuevamente estamos ante la característica de que este oficio lo emprenden principalmente periodistas.

 

Aguayo desarrolla un abordaje completo con buenas introducciones a las distintas etapas musicales y personales de González, un tono en el que si bien se puede notar en ciertas partes la voz del admirador, situación muchas veces inevitable, presenta que, en épocas turbias, conocidas muchas veces por el público, el tono empleado para las preguntas y para el desenvolvimiento del relato evita ahondar en detalles, igual considero que es un buen documento que cumple además con otro elemento: aportar con una revisión completa de la obra del artista acompañada de fotos personales que enriquecen el contenido.

 

Terminaré como empecé, haciendo uso de una reflexión presente en el libro del Indio Solari, en el cual se cita a Salvador Dalí, y sirve muy bien para poder dar un cierre a este particular abordaje de los libros biográficos o de conversaciones con personajes del rock en español, Dalí dijo con total acierto que: “La diferencia entre los recuerdos verdaderos y los falsos es la misma que en materia de joyas: las falsas son precisamente las que parecen más reales, las que brillan más”.

 


 

Jorge William Tigrero Vaca. Ecuador. Escritor, periodista y docente.