C A L E U C H E

B U Q U E   D E   A R T E S

P o r   M i g u e l   M o r e n o   D u h a m e l .


 

El mito de los barcos fantasmas inunda diversas regiones del planeta cuyos habitantes tienen su vida arraigada al mar. De igual manera en la parte austral de Chile, con mayor fuerza en el archipiélago de Chiloé, la historia de un increíble barco que es capaz de navegar por debajo del agua lo mismo que sobre ella, es tan conocida que incluso existen testimonios de distintas personas donde se cuentan miembros de la armada naval que dicen haber tenido algún encuentro con él.

 

El Caleuche.  Su nombre deriva de los términos mapudungun Kalewtun que significa "transformar" y che, "gente"; es decir "gente transformada", aunque también recibe otros nombres como "Buque de arte", "Barcoiche", "Buque de fuego".  Se cree que su origen  data de una versión modificada de la leyenda del "Holandés herrante", o lo que es más interesante, de un barco real navegado por un pirata, también holandés, llamado Vincent Vaneucht que recorrió el archipiélago chileno con sus fechorías y contrabandos.  El barco en cuestión desapareció sin dejar rastros, seguramente producto de un naufragio.  Su nombre era "El Calanche".

 

EL RELATO DE MISTRAL

 

La poeta chilena Gabriela Mistral escribió en El Mercurio, el 20 de septiembre de 1936, el siguiente relato que reúne gran parte de los datos de esta historia :

 

"En el Sur de Chile, donde el mapa pinta con mancha redondeada a Chiloé y su séquito de islas, y más abajo, hasta donde salta el suelo firme de la Patagonia, las aguas son casi todo y la tierra muy poca cosa.  Corren no lejos unos ríos grandes que se llaman Bueno y el Maullín, y el mar, hace su antojo desmenuzando la cordillera, dando archipiélagos que no se cuentan y tajando penínsulas y fiordos.  Los espíritus del agua son más que los terrestres y ponen en jaque a chilotes y patagones.

 

Cuando la noche se cierra completamente como un arca, y se hace tan larga que parece no querer acabar nunca, los viejos y los niños chilotes, o ambos, en torno, cuentan todo lo bien que saben contar la historia "de veras" del "Caleuche, Buque de artes".

 

El Caleuche es un barco pirata, es decir, un forajido del agua noble, que para cumplir mejor sus aventuras corre millas y millas por debajo de ella, tan escondido que en semanas y meses se le pierden las trazas y parece que ya se ha muerto o ha dejado por otro el mar de los chilotes.  El mar ha pactado con él desde todo tiempo y le cumple el convenio de esconderle al igual que sus madrépoas y sus últimos peces de pesadilla.

 

Pero de pronto, en la noche más sola de aquellas del Sur, el Caleuche saca entero su cuerpo de ballena y corre un buen trecho a ojos vistas, navegando a toda máquina (que las tendrá), casi volando, sin que pueda darle alcance ni barco ballenero ni pobrecita lancha pescadora a los que se le ocurra seguirlo.

 

Aquello que corre, a la vista de los pescadores locos de miedo, es un cuerpo fosforescente, de proa a popa, sin velas, que de nada le servirán, cuya cubierta pulula de demonios del mar y una tribu de brujos asimilados a ellos.  Y el todo, aperos y equipaje, ofrece un aire de festival o de kermesse, arrancada a la costa y que va por el mar corriendo una cita para solemnidad aún mayor.

 

El Caleuche puede ser criatura por si misma y puede ser industria suma de los demonios hecha oro del mar, y cáñamos del mar, y azufres del mar, que lo convierten en organismo o fábrica de fuego.

 

El Caleuche no se puede decir exactamente que es, por no parecerse a otra cosa que...al Caleuche.  Puestos en el aprieto de definirlo, tartamudeamos negaciones.  No es una ballena, aunque se le parezca en su maña para voltear las barcas de pesca, y "no" es un buque, aunque así lo digan sin otra razón que la de navegar válidamente y siempre.

 

El Caleuche lleva consigo, pues la tripulación, que dijimos de demonios luminosos y de brujos "de gran parte".  De los demonios no se sabe otra cosa que su índole contra-ángeles; de los brujos se sabe que llevan la cara vuelta hacia la espalda y la pierna izquierda torcida como la cara y además encogida; caminan la cubierta saltando sobre un pie y son esperpentos toda la vida".

 

NÁUFRAGOS, COMERCIANTES Y BRUJOS CONTRABANDISTAS

 

Además de los datos aportados por Gabriela Mistral, son conocidas muchas otras cualidades del Caleuche  tal como lo cuentan distintos folkloristas y personas de la región.  Por ejemplo que es esquivo y que no le gusta ser visto de frente; si algún cristiano se atreve a hacerlo recibe una maldición que le tuerce el cuello o bien cae súbitamente muerto en el mismo lugar.  Para poder mirar esta nave hay que hacerlo de soslayo o sin que ninguno de su tripulación se percate de ello.  Tiene la facultad de hacerse invisible, aunque también puede transformarse en un tronco, un banco de algas, rodearse de una espesa niebla, convertirse en una ballena o un aparente grupo de aves marinas.

 

Este buque endemoniado se nutre de tripulación con los muertos y desaparecidos de naufragios, cuando estos ocurren, aparece el Caleuche para subirlos a su cubierta y mantenerlos a su servicio durante un siglo mediante un pacto infernal.  A algunos de estos obligados marinos, al transcurrir de un año, se les deja visitar una noche a su familia a quienes le dejan una bolsa con monedas de oro, plata, anillos y collares, que es el pago por los servicios que cumplirá el desdichado, se dice que su aspecto es siempre el mismo de aquel día en que naufragaron, aunque se presentan como zombis, seres sin voluntad, muertos en vida.  A bordo del barco son tontos y desmemoriados, pues a los que controlan a la tripulación no les interesa que se sepa de qué sumergidas ciudades maravillosas obtienen sus tesoros, aún así, si alguno que hubiere visto tales maravillas tiene el desatino de hablar de ello es severamente castigado y perdido para siempre.

 

Otra manera de subir al Caleuche es cuando los brujos que en él habitan ofrecen su contrabando a algún avaro comerciante de la región, se dice que suscriben contratos "pautos" donde a cambio del seguro beneficio económico, el comerciante debe entregar a uno de sus hijos para la tripulación o bien a una de sus hijas para que sea la esposa de un brujo.  La gente de el lugar dice que cuando algún dueño de pulpería se "Argenta"  (se llena de plata) es porque hizo pacto con los brujos que tienen la habilidad de cambiar su cuerpo y transformarse en un grupo de lobos marinos que descansan sobre las rocas para pasar desapercibidos.

 

Con respecto a esto se cuenta que durante la década de 1960, después del terremoto que afectó la región, era posible ver en aislados lugares de la costa interior de la Isla Grande, enormes caserones repletos de gran variedad de mercadería sin que nadie viera o escuchara barcos ni lanchas descargándola en la playa.  Estos comerciantes que habían comenzado pobremente prosperaban gracias a la protección del Caleuche.   Ellos criaban en sus casas gallinas negras y ganado negro, pues es bien sabido que a los brujos y demonios les gusta hacer sus festines y aquelarres devorando estos animales.  Si esto fuera poco, cuando es descubierto en su poder sogas de quilaneja y botes sin clavos alquitranados, era tomado por cierto el pacto con el buque fantasma pues estos eran utilizados para desembarcar los víveres que van a surtir el emporio.

 

¿UN CELOSO BARCO VIVIENTE O POR CAPITÁN CONTROLADO?

 

Se dice también que el Caleuche mismo es un ser vivo que navega esas aguas.  Que muy antiguo, cuando estaba recién creado, se le entregó por esposa una loba marina que amó locamente y que un día, cuando esta bajó a la playa, murió a manos de una una familia de pescadores.  El Caleuche sintió tanto dolor que enfurecido provocó grandes desastres en la comunidad costera, maremotos y erupciones volcánicas incluidas.

 

Otra versión de esta parte de el mito, que me parece más interesante, cuenta que el capitán del Caleuche, un espíritu poderoso, había desposado a una hermosa bruja con la cual se dirigía la embarcación.  Un día en que la bruja estaba enferma bajó a tierra convertida en Loba Marina para visitar a una "machi" que le diera remedios.  En la playa se encontró con un pescador que decidió matarla para conseguirse aprovisionamiento de carne.  A pesar de que la Loba lo miraba suplicante y casi le hablaba, el pescador llevó a fin su cometido.  Una vez en casa, al carnear a su presa, se dio cuenta que el corazón y las vísceras parecían vivas, latían y se movían despidiendo un olor nauseabundo.  Esto le llenó de horror y arrojó los interiores al fondo del patio de su casa.  Aún así decidió hacer un asado con la carne obtenida, pero esta no se quemaba incluso en el fuego más intenso; se deshizo de toda su presa.

 

Al transcurrir del tiempo, mientras estaba en casa con su familia, se le apareció un oficial de barco demandándole le devolviera al tripulante que él había raptado.  Sin entender el pescador la demanda, el oficial enfurecido le gritó la dura verdad.  Entonces el atribulado hombre implorando perdón, indicó el lugar del patio donde aún quedaban restos de la loba, los que fueron recogidos por los brujos marineros y puestos con sumo cuidado en una caja de metal.  El demoníaco oficial le condenó entonces a él y a toda su familia, mujer y dos hijos, a que cada año en esa fecha uno de ellos moriría hasta hacer desaparecer su estirpe de la faz de la tierra.  Y así fue, al primer año desapareció la hija de vuelta del colegio, cerca de la playa, una tromba de agua se levantó sobre ella y la arrastró hasta el fondo marino.  Al año siguiente, el hijo cayó a un estero casi seco, pero igual desapareció en la leve corriente.  Cuando el turno era de la madre, esta enloqueció y se lanzó al mar desde un acantilado.  Finalmente murió el pescador encerrado en su casa, rodeado por una fantasmal niebla que había pasado por el ojo de la cerradura de la puerta.

 

Se dice también que el capitán de el Caleuche es el Millalobo, primigenia entidad marina, muy poderosa, con forma de tritón que es responsable del cuidado de los océanos y todos sus habitantes.

 

Pero en relatos que tienen más adherentes, el gran Millalobo está casado con la Huenchula, hija única de la machi La Huenchur.  Hay quienes dicen también que el Caleuche fue construido por el Millalobo para su hija La Pincoya y sus hermanos con el fin de realizar grandes festejos.

 

En esto sí  siempre se coincide; en el Caleuche se realizan fiestas inolvidables, con mucha música, vino y desenfreno.  A estas fiestas llegan los brujos de la isla montados sobre el Caballo Marino, corcel gigante que es capaz de llevar hasta trece brujos al mismo tiempo que se aferran a él gracias a sus enormes crines.

 

DOS TESTIMONIOS

 

Aunque El Caleuche es dueño y señor de los mitos de barcos en Chiloé, existen testimonios de personas reales que dicen haber tenido encuentros con él, los siguientes fueron obtenidos de el libro "Explorando el Laberinto", de Raúl Núñez.

 

"Don Segundo es el típico chilote, serio, desconfiado, pero noble más que ninguno. En su barca conjuntamente con cinco tripulantes más, salió desde Ancud dirección a Quellón, al otro lado de la Isla Grande de Chiloé. La barca era grande, de alto bordo y sin embargo fácil de conducir con dos velas que permitían aprovechar al máximo un viento favorable. Era una embarcación ideal para el mar y que había desafiado con éxito muchas tempestades. La segunda noche de navegación se desató una tempestad. Era una noche negra en que el cielo y el mar se confundían, el viento huracanado levantaba el mar y los marineros aterrorizados usaban los remos para tratar de dirigir la lancha y embestir de frente a las olas enfurecidas.

 

El mar, que es el sustento y la aventura diaria del chilote y que forma parte de sus vidas se había transformado en un ser extraño y hostil que no conocía la piedad, y quería destruir a esos osados que lo surcaban. Las horas de lucha fueron interminables. Habían perdido la noción del espacio y del tiempo, y empapados y rendidos encomendaban su alma seguros de morir.

 

No obstante, la tormenta pareció calmarse y divisaron a lo lejos una luz que avanzaba sobre las aguas. Fue acercándose y la luz se transformo en un barco, un hermoso y gran velero. Irradiaba una extraña luminosidad en medio de la noche, lo que permitía que se destacaran su casco y sus velas oscuras. Si no fuera por su velamen, además de los cantos, habríase dicho un inmenso monstruo marino.

 

 

Al verlo acercarse los marinos gritaron alborozados, pues, no obstante lo irreal de su presencia, parecía un refugio tangible frente a la cierta y constante amenaza del mar.


El capitán no participó de esa alegría. Lo vieron santiguarse y mortalmente pálido exclamó:

"No es la salvación, es el Caleuche, nuestros huesos, como los de todos los que lo han visto, estarán esta noche en el fondo del mar".

El Caleuche ya estaba casi encima de la embarcación cuando repentinamente desapareció. Se fue la luz y volvió la densa sombra en que se confundían el cielo y el agua. Al mismo tiempo volvió la tempestad, quizás con más fuerza, y la fatiga de los hombres les impidió dirigir la embarcación en el embravecido mar, hasta que una ola gigantesca la volcó. Algo debió golpearlo, porque su último recuerdo fue la gran ola negra en la oscuridad de la noche.

Don Segundo, despertó arrojado en una playa en que gentes bondadosas y extrañas trataban de reanimarlo. Dijo que había naufragado y contó todo respecto del viaje y la tempestad, menos las circunstancias del naufragio y la visión del Caleuche. Respecto a sus compañeros de mar no se supo más, y Don Segundo siempre trato de eludir el tema, y más aún, no volvió a navegar".

 

Y este otro.

 

"Diego Muñoz es un escritor de larga tradición en Chile, amigo del poeta Premio Nobel, Pablo Neruda, y con toda una tradición marinera en su espalda, no duda en relatar su encuentro con el Caleuche.

Según Don Diego, éste se encontraba a bordo de la motonave de bandera chilena Arica, que navegaba a la cuadra del Golfo de Penas. Era la última noche de una larga tempestad. Se encontraba en cubierta, acompañado solo por su sombra, cuando de pronto fue violentamente derribado por una luz fulgurante, que pasó ante su vista a no más de treinta brazadas de babor. Don Diego quedó clavado sobre cubierta, sobrecogido por una indescriptible sensación. 

 

Así fue encontrado más tarde por sus compañeros que vestido lo dejaron en su camarote. A la mañana siguiente, pudo confirmar conjuntamente con el timonel y el lamparero del barco que también habían visto el fenómeno y que sus relatos eran idénticos. El timonel incluso pudo aportar otros datos, como que la luz se vino contra la motonave y él en segundos pensó en una horrenda colisión. La luz cruzó de proa a popa, sin que se escuchara nada más que un canto ronco de una invisible tripulación. Desde esos momentos don Diego se interesa por los temas marinos, y sobre todo a recolectar anécdotas de los mares del Sur, su recopilación es fuente obligada para muchos estudiosos de estos temas".

 

Finalmente, hay algunos que le atribuyen bondad a este barco y a su tripulación, aduciendo que están en el mar para guiar navíos perdidos, evitando naufragios, llegando incluso a arrastrarlos a velocidades fabulosas hasta quedar cerca de algún puerto en donde pueden ser rescatados.  Visión luminosa que se queda pequeña al lado del seductor infierno que rodea la mayoría de los relatos de el Caleuche, Barco de Artes.